Sentado en las gradas del estadio Juan Ramón Lubriel se encontraba Carlos Morales Yáñez a la espera del partido entre el Puerto Rico Bayamón FC y el club mexicano América.

Faltaba apenas una hora para el inicio del juego de la tercera jornada del Grupo 8 de la Liga de Campeones de la Concacaf.

Un desafío que le daba la oportunidad a Morales Yáñez de conectarse, en el ámbito deportivo, con un pedazo de su México “lindo y querido”.

Relacionadas

“Tengo 29 años en Puerto Rico, ver a un equipo mexicano es una atracción. A pesar de que no es nuestro equipo, tú quieres ver algo que pertenezca a tu país”, sostuvo Morales Yáñez, fanático del Necaxa.

“Estos juegos te dan la oportunidad de ver un equipo de allá. Es una oportunidad de ver equipos que tiene años que no los ve uno. (Este) es uno de los equipos; como el América, el Necaxa, el Guadalajara y el Cruz Azul; que vale la pena venir a ver”, prosiguió.

Una fila más arriba se encontraba Alfonso Sáenz Villacorta en compañía de su familia y con una bandera al alcance de la mano. Para este mexicano, radicado en Puerto Rico desde el 1971, el partido tenía un significado adicional: disfrutar con sus nietos, Ricardo y Karla Bonilla, y su hija Elizabeth Sáenz, el deporte que le corre por la sangre.

“Ver un equipo de México en Puerto Rico es superemocionante. Hay un equipo de la Liga de México aquí y hay que venir al estadio”, sostuvo Sáenz.

Sin embargo, como es de esperarse, el encuentro tiene otro matiz en la afición local.

Para Wigberto Muñoz, de San Juan, el juego fue la oportunidad perfecta para que su hijo Diego presenciara su primer encuentro de un equipo profesional.

“Es la primera experiencia de Diego y espero que se la disfrute. (El gusto por el fútbol) comenzó con Diego desde que estaba en la escuela, que empezó el ánimo de jugar y nosotros lo apoyamos y estamos aquí para que vea a los jugadores”, dijo Muñoz sobre el menor de sus retoños, quien juega con el equipo de Fraigcomar U-11.

La emoción de presenciar el partido era imposible de ocultar para Diego. El brillo de sus ojos y su sonrisa mostraban que se disfrutaba el momento.

“He jugado soccer desde kínder y este es mi primer juego. Estoy muy emocionado y espero que Puerto Rico gane o empate, por lo menos”, setenció Diego con el convencimiento que se tiene cuando se apoya al equipo de uno sin importar cuán grande pueda verse el rival.