Sao Paulo.- ¡Celebra, Argentina! No fue lindo, pero están en la gran final de la Copa Mundial de fútbol.

La Selección Albiceleste se clasificó a su primera final desde 1990,   tras superar a Holanda en tanda de penales, 4-2, en la segunda semifinal celebrada hoy en el Arena Corinthians de esta ciudad. El tiempo reglamentario había acabado 0-0, pero el arquero Sergio Romero se puso la capa de héroe al tapar dos penales, mientras que sus compañeros no fallaron ante el holandés Jasper Cillessen.

Argentina y Alemania se enfrentarán el próximo domingo en Maracaná. Mientras, Holanda disputará el tercer lugar contra Brasil el sábado en Brasilia.

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Maxi Rodríguez fue el que anotó el último penal por Argentina para darles la tanda, 4-2. La afición argentina, mayoría en el Arena Corinthians, celebró con locura en las gradas. Era el momento soñado, el que deseaban desde que comenzaron el recorrido por Brasil.

La tanda de penales fue el clímax de lo que fue un partido soso, para el olvido.

Los equipos tardaron en cogerle el ritmo al partido. Los primeros diez minutos fueron de pocas oportunidades, más bien para estudiarse uno al otro.

En el minuto 15, una peligrosa falta a favor de Argentina cerca de la medialuna puso de pie a la afición gaucha, todos ovacionando a Lionel Messi, quien se aprestaba a cobrar el tiro. “La Pulga” soltó un buen disparo que sobrepasó la barrera defensiva, pero el esférico fue directo a las manos del portero holandés Jasper Cillessen.

Argentina procedió a apoderarse del esférico, a proponer el juego ante una Holanda que calmadamente se defendía y buscaba cualquier oportunidad de contraataque. La Albiceleste forzó tres tiros de esquina entre los minuto 21 y 24, y en el tercero de ellos Ezequiel Garay logró un cabezazo, pero el balón se fue por encima del travesaño.

Poco a poco, Argentina comenzaba a mandar, pero no encontraba dar el golpe para enviar el balón al fondo de las redes.

Los gauchos sufrieron un susto en el 28, cuando el central Javier Mascherano sufrió un golpe en un choque con Georginio Wijnaldum y pareció perder el conocimiento por unos instantes. Luego de que el partido fuera parado por unos minutos, Mascherano se levantó y pudo continuar.

Holanda tuvo sus mejores momentos en el 32, cuando dos jugadas ofensivas forzaron al arquero argentino Sergio Romero a despejar la pelota con sus puños.

Los primeros 45 minutos acabaron con el marcador igualado, 0-0.

Tras el descanso, ningún equipo dio su mejor cara. El partido se tornó uno soso, de pocas oportunidades a portería. La primera gran jugada de peligro en la segunda parte fue en el 58, cuando Ezequiel Lavezzi centró una pelota, pero Gonzalo Higuaín cabeceó el balón directo al césped.

Un poco de acción surgió en el último cuarto del partido. El holandés Robin van Persie lo intentó de chilena pero    aval en el 74, y un minuto después un gol de Higuaín fue anulado por posición adelantada.

En los últimos suspiros del tiempo regular, Holanda rozó el triunfo. Robben enfiló hacia la portería y lucía libre para retar a Romero, pero Mascherano salió de la nada con una gran barrida que le sacó el balón de las piernas al holandés. Por par de segundos, toda Argentina aguantó la respiración.

El árbitro señaló el final del tiempo regular, y era necesario jugar el tiempo extra.

A la vez que llegaban los 30 minutos adicionales, las condiciones del tiempo empeoraban. La lluvia comenzó a caer con fuerza, y el frío azotaba a todos en el estadio. No eran las mejores condiciones para jugar fútbol, pero en juego estaba un pase a la gran final del domingo.

La hinchada argentina intentó empujar a los suyos. Con un cántico a Messi le pidieron una genialidad a su crack que terminara la angustia, pero la defensa holandesa tenía otros planes. Los primeros 15 minutos del tiempo extra terminaron sin mover el marcador.

Argentina apretó en los últimos minutos del tiempo extra. En el 115 Rodrigo Palacio desperdició una gran oportunidad frente a Cillissen, al cabecear suavemente el balón a portería, el cual fue atrapado sin problemas por el arquero holandés. El técnico argentino Alejandro Sabella no se lo creía en el banquillo.

El gol nunca llegó, y fueron necesarios los penales.