La situación que es investigada por las autoridades hípicas en torno a un alegado cambio de una yegua por otra en la sexta carrera del pasado viernes llama la atención en torno a los controles que rigen el hipismo, que es uno de los deportes más regulados del mundo.

Las regulaciones en la hípica tienen el propósito de reducir la posibilidad de que se produzcan irregularidades como la planteada en días recientes y que ha llevado a la realización de una investigación exhaustiva para señalar a los responsables en caso de probarse la comisión del delito.

Pero, es muy poco lo que públicamente se conoce sobre los procesos a los que son sometidos los equinos a modo de establecer una identificación fiel para que no pasen “gato por liebre”.

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Tal es la rigurosidad de los procesos en el hipismo que, en el caso de Puerto Rico y en un periodo de 40 años, solo en dos ocasiones se ha probado que hubo cambio de un ejemplar por otro.

En cuanto al procedimiento de identificación de los ejemplares purasangres de carreras, hasta hace unos años eran marcados en los potreros donde nacen con una numeración tatuada dentro de la boca.

Actualmente se identifican por medio de la inyección de un microchip que incluye una numeración única del ejemplar. Ese instrumento, del tamaño un poco más grande que un grano largo de arroz, es insertado en la parte superior del pescuezo del ejemplar en el potrero.

Antes de marcar al ejemplar, el potrero posee una especie de certificado de nacimiento identificado como Certificado del Jockey Club de Estados Unidos, en el que se incluye los nombres de los padres del ejemplar, el lugar y día en que nació.

Una vez insertado el microchip, el potrero informa a la Administración Hípica enviando una lista con todos los ejemplares a los que se les realizó el procedimiento, incluyendo la identificación genética y el número correspondiente.

Luego, la Administración Hípica envía un veterinario al potrero para confirmar la información recibida. Cuando el ejemplar llega al hipódromo, ya cuenta con su identificación, la que es verificada constantemente por medio de un escáner.

Al ser inscrito para correr, si el ejemplar es medicado para participar en un evento, es llevado al área de medicación donde se verifica su microchip para confirmar que el equino a medicar es el que se supone que participe en la carrera.

Luego, al llegar la hora para que el ejemplar sea llevado desde su cuadra al edificio del hipódromo para correr, llega primero al llamado receiving barn o cuadra donde se recibe al equino y se verifica nuevamente su identidad antes de ser llevado al ensilladero para participar en la carrera.

Si el ejemplar gana la carrera, es llevado a una cuadra donde se le toma muestras de sangre y orina para pruebas de dopaje. Al llegar allí nuevamente se verifica su identidad para constatar que, en efecto, haya sido el ganador y así evitar cualquier irregularidad en el proceso.

Eso se lleva a cabo en cada carrera, todos los días de pruebas.