Los restos de Mateo Matos yacían en su féretro en un salón de la funeraria González Lago, en Trujillo Alto, a la espera de quienes llegarían allí a ofrecer sus condolencias a la familia. Su hijo mayor, Marcial, lo contemplaba sentado, pensativo y conforme.

Recordando, además, que su padre, de extracción humilde, fue siempre una figura de respeto dentro y fuera de la casa.

“Tuvo una vida sana. Mientras fue jinete, siempre me habló que siempre fue honrado y de las cosas por las que pasó. Me decía que siempre tuviera fe y confianza en Dios. Que Dios lo ayudó y me ayudaría a mí”, recordó Marcial con voz entrecortada.

“Cuando se retiró, estuvo en su hogar trabajando en la finca. Nos enseñó a ser honrados. Ese fue su estilo de vida”, añadió mientras iban llegando a la funeraria amistades y familiares de su padre.

Marcial recuerda que Mateo hablaba mucho con él sobre su vida como jinete en los antiguos hipódromos de Puerto Rico, especialmente de su experiencia montando a Camarero, con el que estableció la marca mundial de 56 victorias consecutivas, sin empates y de forma invicta a mediados de la década de 1950.

“Él sufrió mucho para hacerse jinete. Me hablaba de Camarero y de muchas otras experiencias que tuvo mientras montaba. Me decía que a veces se molestaba porque, como era honrado, le tiraban mucho, pero siempre se dio a respetar y tenía que competir con eso, y gracias a Dios salió adelante”, comentó.

Mateo es considerado uno de los mejores jinetes de todos los tiempos junto a figuras de la altura de Alejandro Fort, Raúl Maldonado, Ángel Cordero padre, Ángel “Junior” Cordero, Eddie Belmonte, Ramón Eduardo Figueroa y Manuel Caraballo, entre otros.

“Estoy seguro que él siempre se sintió orgulloso de su carrera, aunque nunca lo expresó. Creo que él nunca supo lo grande que fue para el hipismo”, añadió Marcial, quien explicó que su padre estableció un negocio de crianza de cerdos tras su retiro.

“Papi se dedicó a vender cerdos y le fue muy bien. Generaba buenos ingresos y se mantuvo con eso. También hacía ejercicio trabajando en la finca y criando sus gallinas y otros animales”, dijo mientras, poco a poco, saludaba a diferentes personas que llegaban a la funeraria para ofrecer sus respetos a Mateo.

“Mi padre fue tremendo caballero. En el argot hípico, diría que fue tremendo caballo de carreras. Todos en la familia estamos muy orgullosos de él”, puntualizó Marcial.