Por 24 de sus 29 años de edad, Luis Felipe “Tingui” Vargas ha pasado su vida como un trotamundos realizando piruetas entre anillas, arzones, barras y trampolines en muchos de los escenarios de mayor relieve en el deporte de la gimnasia.

Le ha sonreído a la presión como pocos y lo ha hecho con orgullo, representando a Puerto Rico dignamente dentro y fuera del ámbito competitivo.

Sin la fanfarria que acompaña a otros deportes de mayor atracción masiva, Vargas reina hoy día como el máximo ganador de medallas para Puerto Rico en Juegos Centroamericanos y del Caribe con un total de 13, incluyendo cinco de oro, y está empate en el primer lugar en lo que refiere a medallas acumuladas en los Juegos Panamericanos con seis junto al pesista Luis Fernando Báez.

Esto sin contar su histórico decimoquinto lugar en la final del “all-around” en las Olimpiadas de Atenas 2004, sus dos medallas de plata en el Mundial de Gimnasia 2004 y sus dos campeonatos “all-around” en la NCAA con la Universidad de Penn State en el 2004 y el 2005, entre otras gestas en su gloriosa carrera.

El chiste es que todo comenzó como una simple actividad recreacional y de desarrollo de destrezas motoras, pero eventualmente se tornó en una disciplina casi espartana a medida que su integración al deporte de la gimnasia se afianzó a un nivel altamente competitivo y a la tierna edad de los 14 años sorprendió al país con una medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Winnipeg en el 1999.

Desde ese entonces su vida se ha caracterizado por estar privada de muchos placeres, sacrificándose para dedicarse a su pasión y tratar de representar la monoestrellada al máximo de su potencial. Mientras muchos de sus amigos solían irse de fiesta, al cine o a la playa, “Tingui” entrenaba con ahínco desde su adolescencia para ayudar a elevar a la gimnasia de Puerto Rico a niveles nunca antes alcanzados y a mantener a su deporte predilecto como uno de los principales productores de medallas en competencias internacionales siendo parte del afamado grupo “Los Golden Boys” por más de una década.

Claro, sus vivencias en la gimnasia no estuvieron carentes de sufrimientos pues su cuerpo refleja el precio de su entrega con dos operaciones de rodilla, lesiones en la escápula del lado izquierdo (que le costó su viaja a las Olimpiadas de Pekín en el 2008), una lastimadura en el codo derecho y varios dedos partidos. Pero el apoyo incondicional de sus padres, hermanos, esposa y sus entrenadores y colegas de entrenamiento, a quienes llama su “familia extendida en la gimnasia”, siempre estuvo ahí para lidiar con los momentos difíciles y darle un empujoncito para levantarlo nuevamente rumbo a otros triunfos.

No obstante, lo que más distingue a Vargas es la forma en que el deporte y su entorno familiar moldeó su calidad humana. Y es que Tingui también sobresale por su aprovechamiento académico (donde está a punto de finalizar un doctorado), además de ser una persona de carácter humilde y afable, con espíritu solidario y es defensor a brazo partido de las causas nobles, especialmente las que apoyan a niños con necesidades especiales.

Con él conversamos sobre sus planes futuros ahora que se retira de la gimnasia competitiva y donde aspira integrarse al mundo laboral, tener hijos y seguir conquistando metas en otros frentes de batalla.

¿Por qué el retiro ahora?

“Creo que todavía quedaba habilidad pero hay que dar oportunidad a los jóvenes que vienen subiendo. Son buenísimos. Alexis Torres, Néstor Rodríguez y Christian Pérez. Dos están en Penn State y uno en Michigan. Y para mí es mejor hacerlo ahora que hacerlo a mitad de ciclo y dejar a los muchachos guindando”

“Hay que darle espacio a (José) “Cano” (Colón) para que reestructure su nuevo equipo y darle la oportunidad a estos jóvenes a que comiencen a sentir lo que se siente competir por tu país a nivel internacional en un centroamericano (Veracruz 2014). El equipo que yo dejé es buenísimo pero el que se aproxima va a ser mejor todavía. Ya en NCAA se están fogueando con atletas olímpicos, internacionales y les va a ir muy bien”.

¿Seguirás ligado a la gimnasia?

“Esto no es retirarme de gimnasia. Nunca me voy a retirar, sólo dejar de practicarlo. La gimnasia me lo ha dado todo. Seguiré apoyándolos, pero de otra faceta, no necesariamente como entrenador en estos momentos. Eso se lo dejo a “Cano”, que está haciendo un gran trabajo”.

“Sí me gustaría tener una academia de gimnasia –igual que hay academias de béisbol– donde los jóvenes vayan a estudiar y luego a entrenar. Es un proyecto que he pensado. Me gustaría poder forjar los gimnastas del futuro. Pero para eso hacen falta recursos económicos. Además, me gustaría poder seguir ayudando a las poblaciones especiales, que muchas veces son ignoradas. Que se puedan hacer proyectos de gimnasia recreativa para esos niños”.

Ya tienes tu primera oferta laboral como subjefe de misión en Veracruz 2014. ¿La vas a aceptar?

“Me encantaría estar ahí y apoyar los atletas desde otra faceta. Conozco las ansiedades que pasan los atletas en las delegaciones y puedo aportar mi granito de arena”.

En términos laborales y de estudios, ¿qué tienes en mente de forma inmediata?

“En mi vida he enfatizado que la educación es bien importante. Y siempre me dije que antes que el deporte me saque el jugo, le voy a sacar el jugo al deporte. Hice mi bachillerato en Penn State en Ciencias del Ejercicio (Kinesiología) y luego la maestría la hice en la Universidad del Turabo en ‘Promoción de la Salud’. Y ahora espero terminar mi doctorado para verano en ‘Liderazgo Educativo’ y entrar al campo laboral lo antes posible en algún puesto administrativo donde pueda ejercer mis conocimientos”.

Si un padre iniciara a su niño hoy en gimnasia ¿qué le dirías?

“Que hace lo correcto. El deporte es una gran herramienta para mantener a las personas fuera de las calles o hasta rescatarlas de las calles. Provee disciplina y unifica familias. Ha sido mi caso y el de muchos. Para mí ha valido la pena el sacrificio”.