Río de Janeiro. Con el cierre de la Copa Mundial de 2014, Brasil no dice “adiós”, sino “hasta luego”, pues ahora la atención pasa sobre otra carrera contra el reloj para llevar a cabo los Juegos Olímpicos de 2016 en Río de Janeiro.

Los organizadores y las autoridades aseguraron que aprendieron lecciones importantes de la Copa Mundial.

“Pasamos la primera prueba de los megaeventos y ahora vamos a enfrentar la segunda prueba. Claro, se aprende de la primera prueba lo que vamos a hacer en la segunda”, expresó Mario Andrada, miembro del Comité Organizador de Río 2016, en rueda de prensa.

“Aprendimos una lección de que nadie estaba esperando la cantidad de turistas que vinieron desde Sudamérica, desde Argentina, Chile, Ecuador y Colombia”, agregó. “También aprendimos lecciones de otras áreas, como el asunto de los boletos (reventas), que tiene que estar sellado, (como si fuera) a prueba de agua”.

Sin embargo, destacaron las grandes diferencias que existen entre celebrar la Copa Mundial en comparación con los Juegos Olímpicos, señalando que representan un reto todavía mayor.

“Cuando hablamos de la Copa en Río, estamos hablando solo siete juegos en un estadio”, destacó el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes. “De las Olimpiadas estamos hablando de 28 campeonatos en toda la ciudad por casi 20 días. Es un reto mucho más grande”.

Señalaron que en la Copa participaron 722 atletas de 32 países y 15,000 voluntarios. En contraste, para los Juegos de 2016 esperan 10,500 atletas de 204 países y 45,000 voluntarios, además de 3,200 árbitros y sobre 20,000 profesionales de medios de comunicación. Días después, comenzarán los Juegos Paralímpicos, que tendrán 4,350 atletas de 164 países y 25,000 voluntarios.

“Hablamos de las diferencias en números. El número de competencias, de atletas, de oficiales involucrados en la organización del evento es mucho más grande en los Juegos Olímpicos. No es que sea más o menos importante, pero representa más trabajo”, indicó Agberto Guimaraes, director ejecutivo del Comité Organizador Río 2016.

Resumió que si en un mes se jugaron solo 32 partidos de un solo deporte en 12 ciudades de Brasil, ahora se tienen que preparar para que solamente en la ciudad de Río de Janeiro se efectúen 65 campeonatos olímpicos y paralímpicos en mes y medio.

Para acomodar a todos los visitantes, están en construcción 75 hoteles de diversos tamaños, con el objetivo de llegar a 40,000 cuartos en total. Todavía están cortos por 1,400 habitaciones. Al menos redujeron la necesidad de contratar cruceros de seis a uno.

Durante la Copa, miles de sudamericanos acamparon o estacionaron sus motor homes en el Sambódromo de Río. Pero, para los Juegos, el gobierno espera construir un área para esos fines, pues el Sambódromo será sede del tiro con arco y el maratón.

“Entiendo que mucha de la desconfianza que enfrentábamos hace unos meses, gracias a la Copa Mundial se apaciguaron”, sostuvo Paes.

“No digo que tenemos una tarea fácil frente a nosotros, pero estamos confiados en que podemos entregar las cosas a tiempo”, añadió.

Hace unos meses, miembros de federaciones internacionales y del Comité Olímpico Internacional (COI) lanzaron fuertes críticas contra Brasil por las dilaciones en las construcciones.

Desde adentro del propio país también ha habido presión, particularmente del Tribunal de Cuentas de la Unión de Brasil, un ente público que en un informe reciente reportó que a casi dos años de las Olimpiadas, 24 de las 52 instalaciones que serán usadas en la justa no contaban con plazos ni estimados definidos para ser completados.

En Brasil además existe temor de que se infle el estimado de $15 mil millones que costarían los Juegos Olímpicos. En cuanto a los costos, Paes despachó las preocupaciones resaltando que cerca de un 60% de la inversión provendrá de inversiones privadas.