Como un orgulloso padre, el ex pelotero Héctor Villanueva acompañó a sus hijas Alana y Soleil a su más reciente entrenamiento del equipo al que pertenecen.

Pero Alana y Soleil no se pusieron las rodilleras para jugar voleibol ni los spikes para jugar sóftbol. Villanueva las asistió para ponerse los patines, pues las chicas son parte del equipo Smokin’ Diablas de roller derby, un deporte que sigue creciendo entre la población femenina de la Isla.

Villanueva jugó en las Grandes Ligas y fue uno de los bateadores más temidos de nuestro béisbol invernal, alcanzando la triple corona ofensiva en el 1991. Pero poco se imaginó que sus dos hijas mayores terminarían en el roller derby.

“Fui a verlo una vez y me quedé impresionado”, aceptó Villanueva, quien también tiene dos hijos menores. Pero de los cuatro, solo Alana y Soleil practican deporte. Y aunque no es béisbol ni sóftbol, Villanueva reconoce que sus chicas aplican al roller derby algunas de sus carecterísticas como pelotero.

“Son bien tenaces, eso es de mí. Yo era de los que, ganáramos o perdiéramos, estaba positivo todo el tiempo porque el deporte es algo que, si no lo vives o lo disfrutas, ¿para qué lo vas a hacer? A temprana edad, el deporte es para divertirse”, expresó Villanueva, quien en sus días de retiro se dedica a laborar como árbitro de voleibol y a “jugar un poco de golf de vez en cuando”.

Alana, de 24 años, recuerda la primera impresión de su padre al hablarle del roller derby.

“Él todavía tenía la mentalidad del roller derby de antes, que era dar puños. Pero le expliqué que tenía reglas. Cuando mi papá vio el primer juego, vio que era fuerte”, recordó Alana.

Por su parte, Soleil, de 21 años, sí le siguió los pasos a su padre en el deporte, y hasta se desempeñó como receptora en sóftbol. Pero fue el roller derby el que despertó pasiones.

“Me gusta más que el sóftbol porque este deporte enseña la fuerza de una mujer, que las mujeres no son solo para maquillarse, que somos fuertes, y que podemos hacer un deporte peligroso como cualquier hombre”, afirmó Soleil.

Buscan apoyo

Para Villanueva y su esposa, Gizelle, el roller derby es una actividad para compartir en familia. Pero, al igual que otros equipos que practican ese deporte en la Isla, encontrar una cancha para entrenar es un dolor de cabeza.

“Esto es algo familiar. Las muchachas tienen sus hijos, vienen a las prácticas, siempre se reúnen, es un ambiente muy bonito, sano”, dijo Villanueva, quien hizo un llamado a los municipios para que ayuden a las chicas.