El expertiguista olímpico de Puerto Rico, Edgar Díaz, sabe muy bien cómo entrenó Iván Rodríguez durante su carrera para construir un resumé que hoy está bajo consideración para convertirle en el cuarto puertorriqueño en la historia en ser seleccionado para exaltación al  Salón de la Fama del Béisbol.

Díaz, medallista de oro de la pértiga en los Juegos Centroamericanos y del Caribe Ponce 1993 y quien representó a Puerto Rico en las Olimpiadas Barcelona 1992 y Atlanta 1996, fue el entrenador físico de Rodríguez durante  19 de las 21 temporadas que jugó en las Grandes Ligas con cinco equipos.

“Todavía al día de hoy me llama”, relató Díaz ayer.

Según contó Díaz, quien actualmente sigue entrenando atletas y entre ellos a peloteros,  cuando dirigía los trabajos de preparación de Rodríguez le tenía que pedir que no hiciera más de las cuotas de repeticiones físicas que le pedía que hiciera.

También recuerda que Rodríguez siempre llegaba a los entrenamientos media hora antes de la hora acordada y que nunca se quejó si le pedía que hiciera cuatro repeticiones de 400 metros en la pista.

Escuchar las palabras de Díaz hacen a uno entender con el nivel de entrega que trabajaba el  receptor apodado ‘Pudge’ por su físico chaparro pero que evolucionó de ser un mero pelotero para ser un súper atleta y una superestrella.

“Le dije que su primer año iba a ser difícil adaptarse a lo que le iba a pedir,  porque su cuerpo se iba a estar acostumbrando a cambios. Él se convirtió de un buen pelotero en un atleta. Y al convertirse en atleta, el juego se le hizo más fácil y entonces se convirtió en una superestrella”, dijo Díaz.

Jugando la físicamente exigente posición de receptor, Rodríguez jugó 21 temporadas en las Grandes Ligas. Ganó 13 Guantes de Oro y siete Bates de Plata. Durante ese tiempo además bateó 2,844 hits y 311 jonrones, se robó 127 bases y bateó para .296 de promedio. 

También ganó el premio de Jugador Más Valioso de la Liga Americana en el 1999 y fue escogido para jugar en  14 Juegos de Estrellas.

A nivel colectivo, Rodríguez ganó una Serie Mundial con los Marlins de Florida.

Y a nivel histórico terminó su carrera siendo el receptor con más juegos jugados en esa posición, con más hits conectados entre todos los receptores que han jugado el juego y con los mejores por cientos de fildeo (.991) y de fusilamiento de corredores (46%) que intentaron robarle una base durante su larga carrera.  

Si tuviera derecho al voto, Díaz consideraría primero evaluar cuál fue la capacidad de Rodríguez para entrenar ya que los números estadístico hablan por sí solos.

“Quisiera que los reporteros que votaron por ellos conociera el sacrificio, el entrenamiento, las horas de arduo trabajo que empleó fuera del terreno de juego para prepararse para jugar una temporada de 162 juegos, lo que no es fácil. Para terminar una temporada así, detrás del plato, hay que entrenar. Si ellos vieran ese sacrificio, no tengo la menor duda de que lo escogerían (al Salón de la Fama) en la primera oportunidad”, dijo Díaz.

Hasta ayer, el por ciento de votos en favor de elegir a Rodríguez para entrar al Salón de la Fama superaba el 75 por ciento entre los pocos más de 200 votos hechos públicos por electores de la Asociación de Escritores del Béisbol de América. El resultado final que incluirá la contabilidad de otras 200 boletas que no han sido reveladas será conocida este miércoles.

El por ciento de Rodríguez ha ido bajando según se acerca el día cero y Primera Hora le preguntó a Díaz si le afectará eventualmente en la votación la nube estacionaria de los esteroides que está sobre la cabeza del receptor boricua por culpa de José Canseco.

“Siempre va a existir la duda y el emblema que le pusieron. Mientras él estuvo conmigo nosotros nos dedicamos a comer bien, a entrenar bien y en recuperar. En esa parte puedo dar fe”, dijo Díaz.

“Mientras estuve ahí nunca se tocó eso. Quisiera que ellos (periodistas votantes) investigaran más a fondo,  que no se dejen de llevar por comentarios de personas que, en cierto grado de frustraciones, hicieron comentarios por envidia, despecho o cualquier razón personal”, agregó.

“Y otra de las razones por la que hay gente que no vota”, prosiguió Díaz, “es que los peloteros tienen días malos y no quisieran hablar con nadie. Hay que entenderlo. En esa parte, hay muchos reporteros que dicen que ‘(Iván) no me dio la entrevista, pues no voy a votar por él’. Eso es injusto. Evalúe los sacrificios y los números y póngalos en una balanza. Está más que sembrado en el Salón de la Fama”.

Otra sombra que Rodríguez no pudo superar en su carrera fue la de  Johnny Bench, quien es considerado en Estados Unidos como el mejor receptor de todos los tiempos, aunque Rodríguez le supera en estadísticas. Bench ha sido el único catcher escogido al Salón en su primera oportunidad.

Sin embargo, Bench dijo recientemente que la selección de Rodríguez debe ser “automática”. 

Díaz, quien conoció a Bench a través de Rodríguez, dijo que el comentario de Bench es solidario.

“Bench es un ser humano jocoso, extrovertido y humilde. Los números de Iván y Bench son de épocas distintas. La diferencia es que Iván Rodríguez es latino y Bench es americano. No estoy hablando de racismo, discrimen racial. Este béisbol lo inventaron los americanos y los latinos hemos tenido que trabajar el doble o el triple”, dijo Díaz.

“En comparación, Johnny fue un ejemplo, un reto para Iván, todo a la misma vez, además de motivación. Si Bench hace ese comentario, es porque se ve que hay compañerismo, no que ‘yo quiero ser el único el catcher que llegué de la primera’”.

Y Díaz, quien sostiene el récord nacional de salto con pértiga de Puerto Rico, dijo que sería un orgullo haber trabajado para un Salón de la Fama.

“Para mi es un gran orgullo. Fue un placer trabajar con Iván. En la temporada libre le decía a Iván ‘tienes que dar cuatro repeticiones de 400 metros’ y él no decía ‘pero para qué si yo lo que juego es pelota’. Él los daba sin preguntar. Y trabajar con él se hizo fácil, en el sentido que era un pelotero que yo salía a entrenar y él ya estaba ahí”, dijo Díaz.

“En gran parte hubo una buena química para haber trabajado tanto tiempo. Le agradezco la confianza”,  concluyó.