Desde el primer momento que sujetaron una caña de pescar y sintieron una avalancha de adrenalina correr por las venas al  enganchar  un pez aguja azul, no ha sido fácil mantenerlas  en la costa. 

Son cinco damas que disfrutan las libertades que les ofrece el mar, que no le temen a batallar con criaturas acuáticas que sobrepasan las 300 libras y, además, han derribado los esquemas de un deporte que parece reservado para los hombres.

Para Mei-Ling Vicente, Lisa Evans, Carolina Casellas, María Rivera Ruiz y Stephanie Lebrón, la pesca no es una modalidad pasajera. Para ellas, este deporte refleja un estilo de vida, una oportunidad particular para conectarse con la naturaleza y, sobretodo, una pasión. 

“Vengo de papás pescadores, así que siempre estuve involucrada en la pesca. Mi esposo (Miguel Donato) es un pescador y mis hijas también pescan, así que la tradición sigue”, compartió Vicente en entrevista con Primera Hora a bordo de la   embarcación Full Cover mientras navegaba por la bahía de San Juan.

“Sentimos un amor por la naturaleza. Hay días buenos y unos malos, pero estamos afuera disfrutando del mar, del ambiente, la compañía y del trabajo que se requiere dentro del bote”, agregó.

Cada una tiene sus anécdotas. Sus inicios en el deporte marcharon por caminos distintos, pero todas coinciden por el entusiasmo que se adueña una vez sienten la brisa del agua salada.

“Salimos todos los sábados y siempre cogemos algo. Estamos bendecidas,  ya que a solamente tres millas náuticas se puede coger tanto una aguja azul, como una aguja blanca, tal vez un pez vela, un dorado o un atún. Uno se conecta con la naturaleza”, relató Rivera Ruiz, quien posee la marca de Puerto Rico por el enganche más grande.

“Fue uno de los días más espectaculares. Hay que controlar la adrenalina, se requiere mucha fuerza mental y concentración. A veces la adrenalina nos traiciona porque queremos sacar el enganche rápido, así que tuve que trabajar mucho la mente y las fuerzas. La gente me apoyó y con mucha paciencia lo logré”, recordó.

Rivera Ruiz batalló con la criatura  de 584 libras durante cinco horas. Como todo lo que pescan, la criatura eventualmente  se devolvió al mar.  

“Sabía que había enganchado algo, pero estuve dos horas que no lo había visto. Como a la tercera hora sale el pico y sabía que sería una travesía larga. Eso fue a las 5:00 de la tarde y no fue hasta las 10:00 de la noche que lo logramos enganchar”, dijo con orgullo.

Cada una participará con sus respectivos equipos  durante el Torneo Internacional de Pesca Agua Azul del Club Náutico de San Juan  que inició hoy y continuará mañana, jueves. Los competidores descansarán el viernes y salen a pescar nuevamente el sábado. El evento concluye el domingo.

“Todas nos apoyamos. Queremos dar el máximo y cada una quiere ganar, pero también hay que apoyar el equipo para que también tenga su captura”, sostuvo Vicente. 

Persiguen trato igual

Aunque la percepción general es que para  la pesca se requiere corpulencia, el grupo asegura que esa idea está lejos de la realidad.       

“Nunca he sentido que tengo debilidad física en cuanto a la pesca. Una vez agarro la caña voy a mí y no miro para el lado”,  dijo Vicente.

Además, relató  que le  ha tomado tiempo en reclamar un espacio en este deporte.  

“Mi mamá tuvo muchos problemas en la pesca porque con los hombres pescando en la década de 1970 era más difícil. Pero en los botes uno tiene que trabajar en equipo y si no estuviese casada con un pescador no creo que estuviese tan activa como estoy actualmente. Así que sí,  a los hombres los necesitamos. Conozco capitanas de buen calibre, pero en Puerto Rico no se están desarrollando. Las mujeres nos tenemos que entregar completamente. Que el hombre vea que lo estamos haciendo. He recibido mucho apoyo del ambiente masculino”, mencionó  Vicente.

Rivera Ruiz coincidió que han dejado claro que tienen las capacidades físicas y mentales para tener éxito en el deporte.

“Me considero uno de los muchachos. Lo hemos demostrado y a veces metemos mano hasta mejor que los hombres”, mencionó.

“Queremos ser tratadas como iguales y así somos. Nos respetan igual.  No me quito ya que  es mi pasión también. Hubo momentos en que no entendía la pasión que se siente por la pesca, pero ahora sí”, concluyó Rivera Ruiz.