Si algo caracterizó a Héctor ‘Macho’  Camacho durante su larga carrera boxística, fue su deseo de llamar la atención.

Aunque, a veces, tuviera que hacer el ridículo para lograrlo.

Lo demostró, muchas veces, con los atuendos que us?ó al subir al ring. Lo mismo podía aparecerse disfrazado de soldado, de bombero o de indio con todo y penacho, o  con un coqueto ‘tutu’  rosado.

La idea  no era,  necesariamente, enardecer a sus fanáticos, sino provocar la ira y la mofa de los que no lo aguantaban, haciendo que estos desearan ver sus peleas… aunque solo fuera para verlo perder y que alguien le callara la boca.

En ese sentido, siguió los pasos de Muhammad Ali, quien, aunque no se disfrazaba, sí asumía una personalidad payasesca para promocionar sus peleas.

Mañana, domingo, Camacho será exaltado de manera póstuma  al Salón de la Fama del boxeo en Canastota. Camacho murió en noviembre de 2012 tras recibir un disparo en Bayamón en un incidente que aún no ha sido resuelto.

 Ahora, queda la pregunta. ¿Cómo se hubiera portado el “Macho Man” en su ceremonia de exaltación?

Su conducta no  era un ‘show’ 

Con el “Macho Man”, esa personalidad de fanfarrón descontrolado que a veces se tornaba ofensiva, parecía estar más cerca de su personalidad real. 

“Héctor no lo hacía solo por hacer un ‘show’, sino porque esa era su verdadera personalidad”, comentó el también ex campeón mundial boricua desarrollado en Nueva York, Juan Laporte, quien conoció a Camacho desde que este tenía 13 años.

De hecho, el veterano entrenador californiano Jimmy Montoya, quien le entrenó para varias de sus mejores peleas, recordó que en un momento el promotor de Camacho le pidió que le ayudara a escoger atuendos para  el púgil.  La que más impresionó a Camacho, dijo, fue la bata hecha con lentejuelas pero representando la bandera de Puerto Rico, para su pelea con José Luis Ramírez.

“La bata y el pantalón tenían mucho brillo  y eso le gustó a Camacho”, recordó Montoya. “De ahí en adelante él siguió por esa ruta…”.

Para algunos, en efecto, Camacho fue el adolescente pícaro y travieso que, trágicamente, nunca pudo madurar.

Para Montoya, sin embargo, no es así. “Camacho fue un hombre adulto desde que lo conocí”, dijo. “Era solo que tenía tanta energía y tanta furia por dentro que uno tenía que controlarlo, que domarlo”.

Hubiera sido una ceremonia memorable

Aun con todos sus problemas con las drogas y con las leyes, Camacho aprovechó su gran talento para ganar 79 peleas,  amasando méritos de sobra para ser exaltado mañana  en Canastota, Nueva York, al Salón de la Fama del Boxeo Internacional.

¿Hubiese el Macho hecho uno de sus mejores shows o, por el contrario, como ya no necesitaba promocionar algo, se hubiese comportado con más seriedad, acorde con la ocasión?

A Montoya no le cabe la menor duda de que se hubiese visto al Macho Man de siempre.

“Era un hombre muy alegre, muy simpático… esa era su verdadera personalidad”, dijo. “Él era un natural, tanto en su personalidad como en su forma de boxear”.

Y Laporte opinó lo mismo.

“Su personalidad era esa”, dijo. “Pocas veces uno vio a Héctor serio”.

“Yo creo que hubiese hecho uno de sus mejores ‘shows’, un ‘show’ espectacular”, agregó Laporte, quien suele asistir a la ceremonia de exaltación todos los años. 

“Estoy seguro de que esta hubiese sido una de las ceremonias de exaltación más divertidas de todos los tiempos”.

Y a Laporte no le hubiese extrañado, por cierto, que Camacho hubiera subido al podio luciendo una bata especialmente llamativa: “Una bata espectacular”, dijo. “Quizás una bata de rey”.