Las explosiones ocurridas durante la celebración del Maratón de Boston el pasado lunes no son la primera vez que el deporte es víctima del terrorismo.

Durante la celebración de los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996, Eric Robert Rudolph hizo detonar una bomba en el Parque Olímpico Centennial, junto al Estadio Olímpico, mientras se llevaban a cabo actividades culturales.

El entonces dirigente del Equipo Nacional de Baloncesto, Carlos Morales, recuerda que estuvo en el parque unos minutos antes de la explosión que cobró la vida de dos personas.

“Lo que más recuerdo es que los coaches del equipo –Carlos Calcaño, Ángel López Panelli y este servidor– estuvimos en esa plaza, porque había música”, dijo Morales en entrevista telefónica con Primera Hora.

“Nos fuimos y, cuando llegamos a la Villa Olímpica, 15 o 20 minutos después, nos informaron de la explosión”, añadió el ex seleccionador.

Para Morales, la esencia de las Olimpiadas cambió por el resto de las justas, a pesar de que los Juegos se realizaron como estaban programados.

“Se lamentó, pero el espíritu no era el mismo. Las Olimpiadas son alegría, celebración. Me imagino que algo similar sucedió en Múnich (1972). El show tiene que continuar, pero no es el mismo feeling”, concluyó Morales, quien es consciente de que pudo convertirse en una víctima esa noche.

Por su parte, el periodista Elwood Cruz también estaba en Atlanta en ese verano realizando la cobertura de los Juegos para la televisión.

Igual que Morales, Cruz estuvo en el parque unos minutos antes de la explosión.

El periodista televisivo contó que la entonces directora de noticias del canal y actual directora asociada de Primera Hora, Linda Hernández, les indicó que se fueran a descansar, pues les esperaba una larga jornada de trabajo al día siguiente.

“Tan pronto nos montamos en el auto, de 10 a 15 minutos después fue el estallido. Nos salvó la llamada de Linda”, indicó Cruz.

Hernández entonces, preocupada, se comunicó con el grupo de reporteros para asegurarse de que estuvieran bien. Entonces, manos a la obra, a trabajar toda la noche cubriendo la explosión.

“No dormimos esa noche, investigando. Nos dividimos las tareas, buscando hablar con los puertorriqueños”, añadió Cruz, quien recuerda particularmente el miedo que se sentía en el ambiente.

El periodista Hiram Martínez se encontraba trabajando para el diario El Nuevo Día durante los Juegos de 1996. Aunque no estuvo en el lugar de la explosión, Martínez recuerda las repercusiones.

“La seguridad se redobló y los Juegos perdieron emoción e importancia”, contó Martínez vía telefónica desde Bristol, Connecticut, donde trabaja para la cadena deportiva ESPN.

El miedo de la gente era evidente, y la seguridad se intensificó de tal manera que había que hacer filas de hasta una hora para entrar a cubrir los eventos deportivos.

Para Martínez, desde entonces, “siempre va a estar esa posibilidad” de atentados en actividades deportivas.