No se pueden mirar los logros de Adriana Díaz con los ojos del corazón y engrandecerlos simplemente porque es de los nuestros, porque es una jibarita que salió de Utuado y está paseando la monoestrellada triunfalmente por todo el planeta.

Hay que verlos como lo que son: un fenómeno.

En esa palabra se resumen los pensamientos de tres conocedores del tenis de mesa internacional entrevistados por Primera Hora, quienes no solo destacaron la explosión competitiva que ha mostrado la juvenil raqueta desde el 2011, sino que además alabaron el potencial que tiene para escalar a niveles nunca antes vistos para una boricua y latinoamericana.

Relacionadas

“Adriana es un fenómeno”, aseguró Carlos Esnard, un cubano que hace 20 años vive en El Salvador, fue director técnico de la Unión Latinoamericana de Tenis de Mesa durante ocho años y hace dos décadas es el director técnico de la Federación Salvadoreña de Tenis de Mesa.

“Somos privilegiados de poder verla jugar, porque una jugadora así sale como una vez cada 100 años. Y ahí están sus resultados. Solo hay que ver la historia del tenis de mesa. Y por dondequiera que lo mires es impresionante lo que ha hecho, desde cadetes hasta las categorías mayores”, dijo Esnard, quien también da cursos para entrenadores para la Federación Internacional de Tenis de Mesa (ITTF).

¿Y qué es lo que ha logrado Adriana? Pues a sus plenos 16 años, además de haberse convertido el pasado año (15) en la primera fémina boricua en clasificarse a una Olimpiada (Rio 2016) en el tenis de mesa, tiene una medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, así como dos de oro una de plata y una de bronce en los Centroamericanos y del Caribe de Guadalajara 2014.

Al momento de escribir, Adriana estaba clasificada como la número 80 del mundo en féminas ‘overall’, como la número 21 en la categoría Sub 21 y como séptima del mundo en la categoría Sub 18. Como si fuese poco, es la primera latinoamericana en el ranking ‘overall’ y a nivel del continente americano es solo superada por la canadiense Mo Zhang, quien ocupa la posición 73.

A los seis años y nueve meses ganó bronce en su primer torneo internacional en la categoría Sub 10, y poco después, a los 7 años, tuvo su primer entrenamiento en Suecia. A sus tiernos ocho años vivió su primer campamento en China, considerada como la meca del tenis de mesa.

A los 11 años ya era campeona latinoamericana Sub 15 y monarca nacional de adultos en Puerto Rico.

“Lo que hay que entender que Adriana tiene 16 años y ya entre las mujeres ella es la 80 en el mundo, y hay que considerar que en menos de 18 es la séptima en el mundo y que aún le queda un año en esa categoría. Que una chica de Puerto Rico sea Top 10 es sencillamente sorprendente”, manifestó el inglés Ian Marshall, oficial de publicaciones de la ITTF y encargado de su página web.

Marshall destacó que en el escalafón Sub 18 antes de Adriana hay cinco japonesas y una china, atletas de las principales potencias del deporte de tenis de mesa.

“Con la excepción de China, que tiene una estructura enorme y poderosa que logra que con 16 y 17 años sus tenismesistas se metan en el Top 10 mundial, y Japón, el hecho de que un país fuera de Asia tenga una joven entre las primeras 100 es significativo. Que una chica de un país pequeño despunte así”, apuntó por su parte Raúl Calín, un español que es director de operaciones de Juegos Olímpicos y Paralímpicos de la ITTF. Trabajó dos años con la Federación Española y de Tenis de Mesa y entre 2004 y 2014 estuvo a cargo del Global Junior Program de la ITTF.

El impacto de Adriana ha sido tal que Esnard considera que esta ha convertido a Puerto Rico en la segunda potencia en América Latina en unos pocos años. En sus ojos, solamente Brasil, con su amplia colonia de jugadores japoneses, supera a Puerto Rico en la actualidad.

“En femenino es la número uno (de Latinoamérica) del ranking, y estar entre las primeras 100 del mundo a los 16 años, eso no es cualquier cosa”, agregó Esnard.

Para Marshall, en el siglo 21 Puerto Rico es el país que mayor avance ha tenido en el tenis de mesa en el mundo. Y según este, parte se debe a los logros de Adriana y figuras como Bryan Afanador, que hoy por hoy juegan en las plataformas mundiales de este deporte.

Calín no duda que Adriana estará entre las mejores ocho en los Juegos Olímpicos de la Juventud que se celebrarán en octubre del 2018 en Argentina, evento para el cual Adriana buscará clasificarse este fin de semana en Santo Domingo. Y no le asombraría que se cuele entre los medallistas chinos y japoneses.

“Es casi inconcebible que una latinoamericana tan joven sea la primera del continente. Ha dado grandes saltos y le faltan más. Pensamos que más adelante le ayudaría jugar en una liga profesional en China o en Europa. Lógicamente le queda mucho camino por recorrer”, agregó Esnard.

Otro escollo, advirtieron los tres, es que Adriana está llegando a la edad en que muchos tenismesistas se convierten en adultos y tienen que decidirse entre ir tras ganarse una vida con la raqueta o estudiar una profesión para ganarse la vida. Y no son pocos los que guardan la raqueta.

“Adriana tiene una proyección muy positiva. Son cinco años y cada año mejora en el ranking mundial. Ahora viene el periodo más difícil, entre los 17 y 21, cuando dejan el deporte por trabajo o por estudios. Pero creo que si mantiene el apoyo que ha tenido hasta ahora, va a poder superar esa barrera de brincar a la categoría absoluta (overall). El Mundial en Dusseldorf (del 29 de mayo al 5 de junio) va a ser una prueba experimental, así como los Juegos Olímpicos de la Juventud”, agregó Calín.

Bladimir Díaz, padre y entrenador de Adriana, entiende plenamente el planteamiento de Calín y está de acuerdo con que es una edad difícil. Pero confía en el talento se su hija.

“Ya nosotros hemos visto que ella puede ser una jugadora profesional y vamos pa’lante. Porque cada día ella alcanza cosas a temprana edad, si Dios le da salud y todo sale bien, va a ser una jugadora profesional de tenis de mesa”, manifestó Díaz. “Obviamente va a estudiar, pero ella determinará cuando y de qué manera. Lo puede hacer online, cuando esté en Puerto Rico, se lleve el material…como lo ha hecho siempre”.

¿Y a Adriana, le sorprende lo que ha logrado?

“Claro que me sorprende estar viajando a lugares donde hace 10 años nadie pensaba que una tenismesista (boricua) iba a viajar. El estar viajando, jugando con mucho nivel y que me estén ofreciendo para jugar en ligas para mí es súpergrande”, dijo.

“Lo más que me da alegría y orgullo es que en Puerto Rico la gente me siga y me dé apoyo aunque no sea un deporte reconocido como el baloncesto o el béisbol. Ellos le dicen ‘ping pong’, pero al menos están ahí y creo que eso es muy importante. Que las personas te tengan ese aprecio aunque no sea un deporte tan común. Me alegra mucho”, finalizó.

ÉXITO DESDE LA CUNA

A los 4 años comenzó a golpear la pelotita con una raqueta.

Su primera participación en un torneo local se dio a los 5 años.

 Su primer torneo internacional fue a los 6 años, cuando ganó bronce en Sub 10 en un torneo en República Dominicana. Allí mismo ganó oro en dobles mixtos con Bryan Afanador.

A los 7 años viajó a Suecia para participar de su primer entrenamiento internacional.

La primera visita que hizo a China fue a los 8 años, cuando fue a un campamento de 30 días.

 A los 9 años ya era campeona Sub 10 de PR.

Se coronó campeona del caribe a los 10 años.

A los 11 años ya era la campeona latinoamericana Sub 15 y la campeona nacional de Puerto Rico en ‘overall’.

Con 12 años, la ITTF la incluyó en una selección especial mundial llamada ITTF Hope, y ganó partidos en Suecia y Canadá.

En México DF, consiguió el oro y la clasificación a los Juegos Panamericanos Toronto 2015, a los 13 años.

 Más tarde ese año, en los Centroamericanos de Veracruz 2014, consiguió oro por equipos y en dobles mixtos, plata en dobles y bronce en sencillos.

 Se colgó una medalla de bronce por equipos en Toronto 2015, con 14 años.

 En el Latinoamericano de Tenis de Mesa efectuado en San Juan en febrero de 2016, con 15 años, ganó oro en sencillos Sub 21, plata por equipos y bronce en dobles mixtos.

 Dos meses más tarde, en Chile, se convirtió en la primera tenismesista boricua en clasificarse a una Olimpiada.