La estelar esquina boricua Aury Cruz añadió la Superliga de Azerbaiyán a su larga lista de países en los que ha implantado bandera y puesto en alto en nombre de Puerto Rico. Y dado que ya renovó su contrato con el club Rabita Bakú para una segunda temporada, la rematadora nacional sólo puede seguir subiendo como la espuma.

Cruz no solo conquistó su primer campeonato en una liga extranjera con el Rabita Bakú al dominar la Superliga, sino que quedó subcampeona de la prestigiosa Liga de Campeones de la Confederación Europea de Voleibol (CEV) luego de caer en la final contra el Vakifbank Estambul de Turquía. Fue la segunda aparición al hilo para Cruz en la ronda final, pues también llegó el año pasado con el club MC-Pietro Carnaghi Villa Cortese de Italia. Cruz dijo sentirse contenta por el campeonato liguero y por el subcampeonato en la Liga de Campeones.

“El campeonato es bien recibido; el equipo jugó muy bien, tanto en la Superliga como en la Liga de Campeones. Dada las diferencias entre los sistemas de torneo entre Azerbaiyán e Italia, la emoción de ser campeona no es tanta como tener que esforzarse para ganar una serie. En Azerbaiyán se utiliza el sistema de puntos para determinar al campeón y ya había acumulado una buena ventaja en puntos y habíamos asegurado el campeonato. Pero es bien recibido porque el esfuerzo fue mucho, dado que el equipo era prácticamente nuevo y el acoplamiento nos tomó tiempo”, resaltó Cruz durante una visita a la redacción de Primera Hora.

Precisamente, al técnico italiano Marcello Abbondanza le tomó tiempo encontrar una rotación estable en el club, por lo que Cruz experimentó algo por lo cual nunca había atravesado en su paso por ligas como Italia, Corea y España pues, por un momento dado, estuvo saliendo del banco.

“Nuestro equipo era uno con mucha ofensiva y potencial. Ya yo había jugado con (el técnico) Marcello (con el Villa Cortese, desde el 2009-2010 hasta el 2011-2012) y me dijo que en este equipo no necesitaba mi ofensiva, sino mi recepción. Yo nunca he sido la primera y\o segunda opción ofensiva en los equipos, pero sí tengo que hacer mi trabajo en la recepción, que fue mi faceta principal con el Rabita Bakú”, indicó Cruz.

“Al principio fue difícil porque no había un cuadro estructurado y estable; por ejemplo, en un periodo de dos semanas se cambió el cuadro en tres ocasiones. Había mucha confusión al comenzar la temporada, especialmente con una composición de jugadoras que podían cargar a cualquier otro equipo. Pero me mantuve calmada porque sabía cuál es mi calibre y lo que aportaba al equipo y terminé en el cuadro, como siempre he jugado”, enfatizó la voleibolista boricua.

Extraña travesía

Se podría pensar que, dada su larga trayectoria como refuerzo en ligas extranjeras, Cruz está “curada de espanto” en cuanto a lo que pueda encontrar en un nuevo país… pero nada la preparó para las locuras que experimentó una vez pisó el país ex miembro de la antigua Unión Soviética.

Algo tan sencillo como comprar pan o un paquete de jamón de cerdo se convirtió en una misión complicada para la boricua… ¡y ni hablar de los choferes que les encantaban conducir en contra del tránsito!

“¡Ha sido la transición más difícil que he tenido que hacer! El ajuste de irme de Puerto Rico a jugar en la Universidad de Florida (Gators) y ser independiente fue difícil; luego jugar en ligas extranjeras por tanto tiempo fue más difícil todavía, pero Azerbaiyán es ahora el ajuste más difícil que he hecho. Fue algo totalmente nuevo, y no tiene que ver con que no sabía el lenguaje, sino con su cultura y costumbres”, recordó Cruz.

La atacante dijo que sus primeras dos semanas en Azerbaiyán fueron las más difíciles, y en un momento dado pensó que no podría aguantar y que regresaría a la Isla.

“Hablé con mis padres y les dije que no quería estar aquí, pero me dijeron que tuviera paciencia porque era un país en reconstrucción. Para moverte tenía que ser en taxi y la comunicación con los choferes era un lío. Al hacer las compras tenía que ir a tiendas distintas porque no todas tenían lo que buscaba. Me decían que el pan estaba en una canasta, y cuando la veía el pan muchas veces estaba cubierto de hongo, ¡y ni hablar de conseguir un paquete de jamón! Al ser un país predominantemente musulmán, no se consume carne de cerdo, pero logré conseguir una tienda que lo vendía. Pero sobreviví comiendo pollo y cocinando mucha pasta”, dijo Cruz entre risas.

Del mismo modo, Cruz se tuvo que ajustar al trato de la gerencia al entender que las trataban como niñas y no como atletas profesionales.

“Nosotras tuvimos mucha comunicación con el gerente general y el presidente del equipo y les indicamos que habían siete culturas distintas dentro de la plantilla, que somos mujeres independientes pero, sobre todo, profesionales. El entrenamiento allá es fuerte y nos seguían diciendo ‘¡hay que entrenar!’, como que no entendían que necesitábamos descanso, en especial al estar jugando dos torneos casi al mismo tiempo (Superliga y Liga de Campeones). En un momento les dije ‘yo no sé cómo ustedes les hablan a sus familias, esposas, hermanas, pero tienen que entender que hay culturas distintas en este equipo. No es que nos faltemos el respeto, pero mujeres y hombres nos tenemos que tratar por igual’. A la larga entendieron eso y fueron más receptivos, y eso ayudó en la química del equipo”, subrayó Cruz.

Y en cuanto al sistema de tránsito azerí, Cruz dijo que “¡no tengo explicación! Me dijeron que no me preocupara porque el tránsito mejoraría para cuando regrese el próximo año, pero está difícil. Las carreteras tienen sus carriles, pero nadie guía en los carriles que se suponen que usen… ¡y si había tráfico pues el chofer se iba contra el tránsito! Nosotras le decíamos ‘¡Mira, hay juego! ¡Llevas 13 jugadoras y queremos llegar a salvo!’ (se ríe) Por eso le decía al chofer (de nombre Arif) ‘ya entiendo por qué las cortinas siempre están cerradas… ¡para que no veamos lo que está pasando alrededor y los carros encima de uno!’”.

Éxito en la Liga de Campeones

Cruz tuvo éxito, por segundo año consecutivo, en la Liga de Campeones CEV al ayudar al Rabita Bakú a llegar a su segunda ronda final corrida. Y aunque se tuvo que conformar con la medalla de plata al caer en la final, 0-3, contra el Vakifbank Estambul, la boricua se mostró satisfecha con la labor realizada.

“El equipo fue confeccionado con la meta de ganar la Liga de Campeones y el equipo jugó a un alto nivel desde el primer partido del torneo, pese a los cambios de jugadoras y rotaciones. Demostramos que, a pesar de ser un equipo nuevo, éramos jugadoras elite en un equipo que se complementó muy bien para llegar a la final”, indicó Cruz.

La esquina nacional también obtuvo la presea de plata con el Rabita Bakú en el Mundial de Clubes de la Federación Internacional de Voleibol (FIVB) que se jugó en Doha, Qatar.

Regresa para la próxima temporada

El ajuste a vivir en Azerbaiyán le tomó tiempo, y aunque no fue un proceso fácil e, inclusive se podría pensar que Cruz no quería tener que ver nada más con el Rabita Bakú, la realidad es que la boricua renovó su contrato por un año más.

“Esto es un trabajo y es a lo que me dedico. Si estoy aquí es por un propósito, y el propósito es capturar los objetivos que el equipo está buscando. Es difícil porque uno quiere estar cerca de la familia, tener una vida social, pues hay que tomar una decisión entre uno de los dos. Aunque se me hizo difícil aclimatarme en mi primer año, lo hablé con mi familia y ellos me apoyaron. Fue una experiencia única porque pasaron tantas cosas… prácticamente desde que llegué hasta que me fui”, puntualizó Cruz.