Dorado. “Pasamos el huracán en el techo”.

Con ese señalamiento, el exvoleibolista y actual dirigente David Alemán comenzó a narrar el terror que vivió durante cinco interminables horas del huracán María en su casa en este municipio.

“Es la peor experiencia de mi vida”, continuó Alemán, un exmilitar que estuvo destacado en Alemania durante la Guerra Fría.

A eso de las 11 de la mañana del miércoles, tras pasar dentro de su casa las primeras horas del huracán María con el agua hasta los tobillos, la familia Alemán tomó una decisión trascendental: subirse al techo del hogar de una planta y retar a María o morir ahogados dentro de la casa. Las aguas del río La Plata se habían salido de su cauce e inundado su área residencial con sobre ocho pies de agua.

Su esposa Sonia, su hija de 16 años, Shelymar, y dos perros ya estaban parados sobre los gabinetes de la cocina cuando otro golpe de agua entró fácil y caudaloso hacia el interior de la casa por una puerta corrediza que se quebró ante la fuerza natural del huracán.

“Hay partes de la casa en que el agua subió a cinco pies. En otras llegó hasta el techo”, dijo Alemán.

“Mi carro, que estaba fuera, ya estaba flotando”, agregó.

De hecho, ese escenario se repitió en la misma cuadra de la casa de Alemán en los terrenos más bajos de la Hacienda Mi Querido Viejo en Dorado. Una visita de Primera Hora dos días después de María presenció el rastro de desastre que María dejo allí a su paso. 

 Con el ‘agua al cuello’, la familia Alemán saltó de los gabinetes a los inundados interiores de la casa y, esquivando los mueble o enseres que flotaban, lograron acceso al patio de la casa, el cual también estaba inundado además de venteado, para comenzar el ascenso al techo de ocho pies de altura.

 “Con mi mano operada, empezamos a movernos por la casa”, dijo Alemán, quien fue operado de Túnel Carpiano hace tres semanas.

 Llegaron al techo de la casa y al infierno a la misma vez.

“Nos pusimos de espalda a un murito que hay en el techo para evitar que el viento nos diera por las espaldas. Colocamos un motor de aire acondicionado que hay en el techo frente a mi esposa e hija para que el viento no les diera de frente. Pero las gotas nos daban en la cara que parecían alfileres”.

 “Hacía un frío tremendo y la nena en un momento de desesperación se quiso bajar del techo y tuvimos que controlar a la familia. Ahí, entre lluvias, ráfagas y vientos, la pasamos hasta las cuatro de la tarde. No se quería terminar”.

Sí hubo un final, pero con mucho esfuerzo y heroísmo.

Un vecino de Alemán, Amílcar Figueroa, notó que varios vecinos estaban refugiados en los techos y se tiró al río a salvar vidas.

Alemán le gritó a Figueroa para pedir rescate y ahí “comenzó otra odisea”.

“Me tiro del techo al charco, subimos al muro (de seis pies) que separa la casa de la cancha. El agua llegaba al muro y comenzamos a caminar el muro con los perros. Así fuimos de casa en casa hasta que llegamos a casa de Amílcar”, recordó.

“Le debo a ese tipo, que se tiró por ahí sabiendo que había aguas peligrosas”, agregó.

Alemán, Sonia, Shelymar y los perros están bien, aunque con necesidad de seguimiento personal, sobre todo Shelymar. 

También está bien el celular de Alemán. El aparato estuvo todo este tiempo real del relato en el bolsillo inundado de su propietario. Aquel día no sirvió, pero hoy día sí sirve para realizar llamadas, recibir y enviar fotos o textos.

Pero eso fue todo lo que Alemán logró salvar. Perdió todo lo demás, enseres, ropa, documentos, trofeos y los autos. 

En fin, Alemán dice ahora como muchos jefes de familia pronuncian en el Puerto Rico post María: “Lo perdí todo”.

Serán pérdidas materiales, pero son pérdidas que solamente las puede sentir quien las sufre en carne propia.

“Es horrible no tener nada”, describió.