Ser la mejor anotadora en la historia de la Liga de Voleibol Superior Femenino (LVSF), además de exponente en Europa del voleibol boricua y hasta jugadora nacional de baloncesto, solo le ganó gritos e insultos de sectores de la fanticada.

Eva Cruz fue víctima del bullying como jugadora de la LVSF, a un grado como lo es el canastero nacional y de los Vaqueros de Bayamón en el Balonceso Superior Nacional, Peter John Ramos.

“No he ido a juegos de Peter en que le griten, pero me imagino las barbaridades que le gritarán”, dijo Cruz con empatía.

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Ya retirada hace varios años de las canchas, Cruz recordó sus encuentros hostiles con fanáticos y el efecto profesional y personal que le causaron. Los efectos tuvieron, inclusive, ramificaciones como madre e hija y ahora fanática del deporte en general.

Recuerda muy particularmente su relación con la fanaticada de las Pinkin de Corozal, que es una franquicia desaparecida, pero que llegó a ser la más grande de la LVSF con 17 campeonatos nacionales en sus estantes de la cancha Carmen Zoraida Figueroa.

Entre incontables ocasiones que fue agredida verbalmente por la fanaticada corozaleña, Cruz recuerda la del fanáticos que una vez se le acercó por las espaldas mientras ella se preparaba para servir el balón como jugadora de las Mets de Guaynabo.

El fanático, casi a quemarropa porque estaba tan cerca de la jugadora que la podía tocar, le gritaba ‘Eva vieja’, ‘Eva vaca’. Para poner en perspectiva, era un varón adulto contra una jugadora y le tema de los gritos nada tenían que ver con el partido.

“Se había ido a lo personal”, recordó. “Ya estaba cansada de lo mismo”.

Eva se sintió mal entonces, con el termómetro de paciencia punto de explosión y, como efecto secundario, actuó.

“Me viré y le tire la bola en la cara al fanático”, recordó su acción.

No fue la última vez que jugó en Corozal. De hecho, hasta jugó para las Pinkin brevemente en una temporada. Pero sí fue la última vez que llevó a su hijo, así como a sus padres, a la Zoraida Figueroa de Corozal.

En ese aspecto, Cruz tuvo pérdidas personales porque ya no podia contar con el valioso apoyo de los suyos para mantener un juego estable.

“Yo le prohibía a mis padres que fueran a Corozal. Ni mi carro yo llevaba a Corozal”, dijo la jugadora de padres asiduos en las canchas.

De hecho, este año hubo una querella inconclusa por la Federación Puertorriqueña de Voleibol (FPV) contra un apoderado, Juan Lebrón, de la Orientales de Humacao, que supuestamemte le gritó ‘Vaca’ a la jugadora de Naranjito, Falyn Fonoimoana. LA FPV despechó el caso al decir que el apoderado aceptó culpas.

La cancha Héctor Solá Bezares de Caguas fue otra cancha dura contra Cruz, que, en ocasiones, lucía afectada dentro de las líneas de juego. Los ataques verbales venían de un grupo de fanáticos que se hacía llamar ‘Los Fabulosos’, al que el público general le hacía eco.

Cruz hizo paces con ‘Los Fabulosos’ eventualmente porque se dio cuenta que la intención del grupo era distraerla, desconcentrarla. Se dio cuenta porque ‘Los Fabulosos’ siempre hacían el gesto de visitarle luego del partido para excusarse con un ‘eso es parte del juego’.

Pero ya fuera en Corozal y Caguas o alguna otra cancha hostil con ella, Cruz recuerda que se llevaba los insultos para la casa, que no los botaba de su mente una vez concluían los juegos y salía de las canchas.

“En el momentos me afectó. A uno no le gusta que le digan vaca. Me afectó”, dijo. “Me afectó no tanto así como para llevármelo a casa, pero sí lo tenía presente”, dijo.

Hoy día Cruz va a los juegos y también sufre como fanática, no por lo que ve dentro de la cancha, sino por ser testigo desde su perspectiva del asiento vecino de un fanático.

Ahora se sienta al lado del típico fanático gritón y no puede creer lo que escucha, sobretodo porque está viendo de cerca el perfil del que insulta. Como jugadora, Cruz no podia ver con frecuencia el fanático que le gritaba porque éste se confundía entre otros seguidores.

Cruz confirma así lo que pensaba como jugadora.

“No es que no me quiera sentar con ellos porque no es así. Pero me pasa en el béisbol, en el baloncesto, que el que grita es el que menos puede. Gritan y se ve que no han jugado nada. Una señora grita gorda y ella es una gorda”, dijo.

“El fanático no tiene educación hacia el jugador. No tiene sentido”.