La Copa Panamericana fue un torneo favorable para el debut de la nueva generación de la Selección Nacional femenina de voleibol. Y también fue favorable  el resultado.

Muy bien lo planificó la gerencia del equipo cuando señaló que “este era el momento correcto” para tirar al medio a la nueva generación.

Demostró que República Dominicana estaba sobre su nivel. También probó que los demás equipos eran de su talla o inferior. Dominó a Colombia, México y Venezuela. Puso en su lugar a Argentina, Cuba y Perú. No pudo, como se esperaba, ante Dominicana.

Y se les escapó el triunfo ante Estados Unidos, lo que le bajó la nota de ‘A’ a  una ‘B’. Aquí evaluamos algunas facetas del combinado durante la Copa:

Por encima Daly Santana 

La esquina se vio por encima del nivel ante la gran mayoría de los equipos que enfrentó en la Copa Panamericana. Ofensivamente, Santana (foto) fue una atacante de confianza para las acomodadoras boricuas y, desde el otro lado de la malla, una rematadora con recursos ante el bloqueo. Terminó en la segunda posición en total de ataques positivos con 110. Como pasadora, lució cómoda. Le hicieron siete aces en 158 servicios que le dirigieron y pasó ‘excelente’ (nombre de la medida de recepciones) 63 balones. Y al servicio, Santana hizo mucho daño con su flotadora, particularmente con la que servía por la línea. Terminó el torneo segunda en servicios directos con 18. La ‘todas estrellas’ de la NCAA 2015, MVP del torneo Superior 2016 y Mejor Atacante-Pasadora de la Liga ProA 2016-17 de Francia y quien debutará este año en Italia, subió, en fin, un escalón más de nivel en su joven carrera.

La segunda voz 

En ocasiones, particularmente al comienzo de la Copa Panamericana, Daly Santana se vio sola en la ofensiva por la esquina. La esquina opuesta a Santana, Pilar Victoriá (foto), estuvo inconsistente, en parte por motivo de su inactividad. Para crédito de Victoriá, la universitaria terminó el torneo en el cuadro. También estuvo de esquina Noami Santos. La opuesto Shirley Ferrer fue la segunda voz de Santana, particularmente en la segunda mitad del torneo. Terminó siendo la segunda mejor atacante del equipo.

Presión al servicio 

El dirigente Javier Gaspar pidió presión con el servicio y así lo ejecutaron las jugadoras. La presión tiene un precio: los errores, y Puerto Rico fue el segundo equipo que más servicios botó (75). Pero la presión también tiene tres lados buenos: los puntos fáciles en aces, la desestabilización de la ofensiva contraria y su efecto facilitador para la defensa en la red y en el campo. Ahí. Puerto Rico quedó segundo en balones tocados por el bloqueo que tuvieron continuidad por el contraataque (230) y quedó tercero en total de defensas con 10.25 por set. Además, la relaciones de errores versus aces en el servicio (75 vs. 48) quedaron dentro de lo permisible por Gaspar, quien le había pedido al equipo no más de dos errores por cada ace.

Victorias  por las dos colocadoras 

Natalia Valentín comenzó acomodando el torneo y Raimariely Santos (foto) lo terminó. Ambas acomodadoras se dividieron las seis victorias de Puerto Rico en la Copa. Las dos corrieron juegos de principio a fin y ambas, cuando venían del banco en el doble cambio, intentaron hacer la diferencia en ese rol. Valentín ganó el juego por el pase a la ronda de medallas ante Cuba, y Santos hizo lo propio ante Perú en el choque por la medalla de bronce.

Espacio para mejorar 

En el principio de la Copa, la recepción de la Selección estuvo nerviosa. Según los datos de la Copa, la eficiencia en el pase llegó a estar en 23 por ciento para un sexto lugar en la estadística colectiva a mitad del torneo. Y llegó a subir hasta un 27 por ciento de efectividad para terminar la Copa en un tercer lugar.