Los Mets de Guaynabo se ganaron su entrada a la serie final de la Liga de Voleibol Superior Masculino (LVSM) con el trabajo realizado dentro de la cancha, pero fuera del tabloncillo el sexteto contó con un gran pilar de apoyo en la figura del psicólogo deportivo Julio Herrán García.

Guaynabo es el único conjunto en la liga que cuenta con un psicólogo deportivo en su staff técnico, y Herrán García trabajó, tanto de manera individual como grupal, reforzando el aspecto mental y de concentración de una plantilla que ha sido descrita despectivamente por adversarios como el “escuadrón de Ritalin” (medicamento utilizado para tratar el desorden de déficit de atención hiperactiva).

Herrán García no estuvo de acuerdo con el apodo que se le ha dado a esta edición de los Mets.

“Esa no es la realidad de este equipo, que es uno alegre. Lo bueno de este equipo es que es un grupo  heterogéneo, con jugadores de todas las edades y que tienen distintas necesidades a lo largo de todo el margen de desarrollo de las personas. Este equipo es muy alegre, bien competitivo y exigen mucho”, indicó Herrán García a Primera Hora durante una práctica de los Mets.

Contrario al estigma que puede cargar la palabra “psicología”, Herrán García labora para fortalecer el nivel de confianza y concentración de la plantilla, al igual que los ayuda a manejar la ansiedad precompetitiva y canaliza sus energías para mejorar el rendimiento atlético del plantel.

  “El compromiso que yo hice con ellos es seguir mejorando su desempeño antes, durante y después. Es un trabajo intenso para ambas partes porque yo tengo que presentarme a ellos como la profesión, que es una subdivisión de la psicología, presentarles el trabajo que se va a realizar a lo largo de la temporada, que el equipo acepte el trabajo que se va a hacer y, algo bien importante, ganarme su confianza”, detalló el psicólogo deportivo.

Herrán García trabaja a nivel de grupo y, dependiendo de sus observaciones e inquietudes particulares de los jugadores, atiende a cada atleta de forma individual.

“Individualmente trabajamos en la ejecución que ellos quieran mejorar, que incluye rendimiento deportivo, motivación, cohesión de grupo y control de la ansiedad, entre otras cosas. Ellos han entendido y aceptado mi trabajo y le han sacado provecho”, destacó Herrán García.

“Los muchachos dominan las destrezas mecánicas de su deporte; donde realmente se hace la intervención es en ellos mismos contra ellos mismos. Es ayudarlos a mejorar su rendimiento cuando ya dominan la parte mecánica del juego, y esto involucra el público, los árbitros, los familiares, lesiones. A nivel grupal se desarrolla y fortalece la confianza de grupo y en cancha, que es primordial, al igual que la cohesión, comunicación y cooperación. Y este trabajo se hace desde la pretemporada hasta que se juegue el último punto”, añadió Herrán García, quien ha sido parte del grupo de trabajo del técnico Javier Gaspar desde la pretemporada.

Aunque Herrán García dijo que ninguno de los jugadores se opuso a utilizar sus servicios, algunos sí requirieron que se les explicara en qué consistía la psicología deportiva.

“Al principio hubo algunos integrantes que no entendían, pero poco a poco, cuando ven que las cosas que se hablan y se discuten les hacen sentido, entonces se van integrando al trabajo. Nunca han dejado de integrarse, pero cada uno hace su ajuste al trabajo individual, y se nota porque tienen más confianza, bromean, etc. Esta profesión es dinámica y una muy interesante”, dijo Herrán García.

Poca penetración en los clubes

Los Mets de Guaynabo ciertamente presentan un caso interesante de los beneficios que un club profesional puede devengar de tener un psicólogo deportivo disponible en todo momento, pero la práctica no ha tenido mucha penetración en el deporte puertorriqueño. Herrán García destacó que hay demanda por parte de los atletas para recibir el apoyo de un psicólogo deportivo.

“Hay para trabajar en grande porque, en el voleibol nada más, yo no doy a basto. Si fuese por mí, yo trabajaría una parte, y otro colega se concentraría en otra parte. Son 10 equipos, y sin contar las categorías menores, ya te puedes imaginar. El primer escollo (sobre la poca penetración) es que no comprenden concretamente de qué se trata la psicología deportiva, y quizás sea por el estigma que puede cargar la palabra psicología con que tenga problemas mentales, pero no se trata de eso”, subrayó Herrán García.

Otro problema que puede dificultar la integración de un psicólogo deportivo en un club, opinó Herrán García, es la posible fricción que pudiera existir con el entrenador principal o dirigente.

“Muchas veces el rol de este tipo de entrenamiento se trastoca con la función del entrenador. El entrenador hace su trabajo, pero a su manera, y a lo mejor quiere desempeñarse en esa faceta (psicología deportiva) pero no es recomendable porque esto se trabaja integralmente con los entrenadores y jugadores, pues todo el mundo aquí es parte del proceso”, dijo Herrán García.

La final aumenta la presión

Por su parte, Herrán García dijo que tiene que afinarse más todavía ahora que los Mets están a punto de iniciar su participación en la serie final.

“Ahora que va a comenzar la final la cosa se pone más intensa con ellos y tengo que afinarme más y ser más específico con cada uno de ellos en las cosas que ellos necesiten como individuos y como jugadores. Cada uno es bien retante y exigente, desde los más veteranos como Edwins Montaño, Ángel Pérez y Jorge Alifonso, los intermedios como Tony (Anthony Negrón), Dennis del Valle, Pablo Guzmán, Jorgito (Jorge de Jesús, hijo), hasta los más nuevos como Berto (Alberto Bravo), Pedro León y Jackson Rivera. La integración la hacen ellos y el juego lo hacen ellos: yo simplemente soy un espectador”, recalcó Herrán García.