Naranjito. Ver a Ramón ‘Monchito’ Hernández vestido con el negro y anaranjado de los Changos es raro.

Pero tampoco es el primer jugador insigne de los Plataneros de Corozal que se viste de ‘chango’. El platanero mayor, Julio Figueroa, también lo hizo en su época.

Y es que parece que todo el mundo, tarde o temprano, termina en Naranjito. Hernández, quien dirige a las Changas de Naranjito en la Liga de Voleibol Superior Femenino, es otro más que parece darle fuerza a esa premisa. 

Curiosamente, y lo que pocos saben, dijo Hernández, es que su llegada a Naranjito fue más temprano que tarde porque sus categorías menores como jugador las hizo en Naranjito junto a jugadores eventualmente legendarios en la historia de los Changos.

“Poca gente lo sabe... que jugué tercera categoría en Naranjito. Ganamos el campeonato en el 1987. Yo tenía 15 años. También jugué segunda categoría. Recuerdo que ahí estaba ‘Papolito’ (López) y Fermín (Morales)”, recordó.

Es decir, que quien se convertiría eventualmemte en uno de los principales jugadores de los Plataneros y de la Selección Nacional en la década del 1990 pudo haber sido un ‘chango’ de Naranjito de nacimiento y desarrollo.

¿Y qué pasó?

Cuenta Hernández que el entonces apoderado de los Changos, Abraham Rivera, permitió dejarle jugar con sus archirrivales Plataneros de Corozal a nivel Superior. También recuerda que el entonces apoderado de los Plataneros, Jorge Rosado, mostró interés en él.

“Abraham permitió que yo jugara con  Corozal y fue lo mejor para mi desarrollo”, dijo Hernández.

La historia dice que salieron bien del cambios los tres: Naranjito, Hernández y Corozal.

Naturalmente, Naranjito no perdió con la partida de Hernández porque ganó múltiples campeonatos en la década del 1990 con una maquinaria de jugadores productivos y veteranos en la que el joven Hernández hubiese tenido poca oportunidad de juego.

Hernández, por su parte, se convirtió rápidamente en Corozal en uno de los mejores jugadores de Puerto Rico. Tuvo oportunidad de juego desde su primer año (1990), cuando ganó el premio al Novato del Año, su primer premio individual de muchos que ganaría en su carrera.

Corozal, mientras, mantuvo un nivel competitivo junto a Naranjito, contra el que dispute varias series finales en los 1990, dando sabor a una de las más ricas rivalidades deportivas del País.

Hernández no lamenta su salida de Naranjito, aunque admite que le gustaba jugar en la cancha Gelito Ortega porque “sacaba lo mejor de mí”.

Y ahora que viste de negro y anaranjado como dirigente de las Changas –también se vistió de verde platanero como dirigente en el 2015–, se siente con suerte.

“Se siente bien. Afortunado de regresar a Naranjito, que es, sin duda, una de las franquicias de mayor tradición en el voleibol”, dijo Hernández.