San Sebastián.- ¿Será este pueblo especial para Héctor ‘Picky’ Soto?

De aquí salió el voleibolista con su primer campeonato en el Voleibol Superior, que también fue el primero para el Pepino. Y más importante aún: de aquí el jugador de Arroyo salió casado con una residente del barrio Robles.

Entonces, ¿estará San Sebastián en un lugar espacial en el corazón de Soto?

“Logré varios campeonatos en Arecibo, pero San Sebastián siempre va tener un lugar especial por esas razones. Conocí muchas amistades con las que todavía mantenemos comunicación. Yo me venía a vivir acá en los veranos. Siempre me ha gustado. Es un pueblo especial”, dijo Soto.

Soto, de 38 años, juega ahora para los Mets de Guaynabo, quienes son los rivales de los Caribes de San Sebastián en la final de la Liga de Voleibol Superior. Aunque no ha visto acción en la serie porque está lastimado, Soto y los Mets ganaban 2-0 la serie previo al partido de ayer.

Un Soto ‘teenager’ llegó San Sebastián en el 1998, cuando el fenecido apoderado de los Caribes, Eulogio Cardona, fusionó su equipo con los Bucaneros de Arroyo en los que Soto jugaba y era prospecto nacional. La fusión jugó en San Sebastián.

Un años después de la fusión, en una final con Naranjito, Soto y los Caribes lograron el campeonato nacional tras haber superado un sexto partido en la calurosa y atestada Pepín Cestero de Bayamón, más múltiples críticas hacia el prospecto Soto, quien entonces jugaba voleibol NCAA y aquí no acababa de convencer a la fanaticada pepiniana.

“Lo que recuerdo es el proceso de pase de venir lastimado de la universidad y no jugar el nivel al que estaba acostumbrado. Fui mejorando de la lesión y en mi juego y logramos el campeonato. Ya los fanáticos me querían un poco cuando cuando eso”, recordó.

“Recuerdo muy bien que ganamos los primeros dos juegos y ellos ganaron los otros dos y fuimos a dos juegos en la Pepín. Recuerdo la caravana a Pepino, el meternos al Salto Collazo a las dos de la mañana, que fue la hora a la que llegamos aquí. Recuerdo ver a la gente llegando a la plaza en pijamas. Fue una gran experiencia”, agregó.

De hecho, ese 1999 coincidió con la clasificación de Soto y su Universidad Purdue en Fort Wayne al ‘Final Four ‘ del voleibol NCAA.

Eventualmente, Soto salió de Pepino en un sonado cambio por el también jugador nacional José Rivera. El cambio no fue del agrado de todas las partes porque hubo deudas de dinero y comentarios públicos que no cayeron bien.

Pero para entonces ya había conocido en el 2000 a Amnerys González, la chica del barrio Robles con quien se casaría en el 2003. El matrimonio tiene dos hijos sanjuaneros pero pepinianos –y arroyanos- por adopción, Camila y Mauricio.

“La conocí cuando había terminado la universidad. Su papá era fanático de los Patrulleros y aquí todo el mundo sigue el voleibol, y cuando llegaba la postemporada se tiraban a la cancha. Pero vamos a poner que (Amnerys) no era muy fanática de los atletas. Eso es lo que me dice ella 15 años después”, recordó.

“Pero me dio la oportunidad porque vio el tipo de persona que yo era. Vio que mis padres venían a la cancha y que yo no era en aquel entonces el rubio de farmacia con pantallas que ella veía en la cancha. Tuve que ganármela”, agregó.