Cuando algo está para ti, no hay nada ni nadie que te lo quite del camino, ni tan siquiera tú mismo. De eso puede dar fe Jennifer Quesada, para quien el voleibol no tenía ninguna importancia hasta que entendió que estaba destinada a dedicarle su vida al “Deporte de la Malla Alta”. 

Mientras cursaba su noveno grado en el Colegio Santa Clara de Carolina, se le presentó la oportunidad de llenar el último espacio del equipo de voleibol de su escuela. Su única motivación para convertirse en esa última jugadora era poder compartir en el equipo con sus dos mejores amigas. Entonces, desde que aceptó estar en el sexteto, Jennifer iba mentalizada a “comer banco”. 

Sin afán alguno de convertirse en una talentosa voleibolista, Quesada pasó el tiempo disfrutando la experiencia hasta que llegó a su vida una persona clave que vio en ella el brillo de un diamante sin pulir. 

“Un señor que se llamaba ‘Cocky’ se me acercó para brindarme ayuda con mi técnica. En ese momento le dije que no quería saber nada de voleibol, que estaba allí solo para estar con mis mejores amigas. Entonces mi abuela me dijo que quería llevarme y, aunque yo no tenía ningún interés, decidí ir”, confesó la voleibolista.  

Dos meses después, Jennifer acompañó a sus amigas a un “try out” del Colegio Bautista de Carolina y allí le llegó la oportunidad que cambió su vida. 

“Esa noche me había quedado a dormir con ellas (amigas) y me pidieron que las acompañara.  Fui con la mentalidad de practicar porque llevaba solo dos meses jugando, pero terminé becada sin prácticamente saber jugar voleibol. Eso fue a mis 14 años. De ahí adelante comencé a aprender y mejorar”, explic?ó la jugadora que lleva ocho temporadas activa en la Liga de Voleibol Superior Femenino (LVSF). 

De esta forma, el talento de Jennifer Quesada fue desarrollándose tarde en su juventud, pero con una velocidad desmedida. Tanto así que a sus 16 años formó parte de la Selección Juvenil, y ya a los 17 años estampó su firma en un contrato con las Mets de Guaynabo del Voleibol Superior. 

Actualmente Quesada juega para las Orientales de Humacao, equipo al cual llegó a mitad de la pasada temporada luego de que fuera cambiada por las Changas de Naranjito. 

“Hay buena química entre todas las jugadoras  y eso me encanta porque si tenemos una mala racha, seguimos juntas y no nos damos por vencidas”, afirmó la joven que cuenta con un bachillerato y maestría en Trabajo Social.

En cuanto a sus metas personales, Quesada espera continuar mejorando su juego para tener la oportunidad de representar a Puerto Rico, pero esta vez en la Selección Nacional adulta.