Christian tiene 13 años y es un niño autista que era conocido por ser muy callado, que no era dado a hablar por iniciativa propia y que apenas imitaba lo que otros dijeran.

Sin embargo, tras un año de asistir semanalmente a prácticas de voleibol con un grupo de voluntarios del club VoliStar, un buen día llegó a sus entrenamientos sabatinos y por cuenta propia rompió su silencio y dijo: “Quiero jugar voleibol”.

Quizás, para muchos que desconocen sobre las discapacidades de desarrollo de niños con necesidades especiales como Christian, este magnánimo logro pasaría desapercibido. Pero no para sus padres y para el grupo de apoyo que forma parte de este proyecto de amor y justicia llamado VoliStar, el cual se dedica a entrenar actualmente a unos 20 niños entre las edades de seis a 17 años con autismo, síndrome de Down, deficiencia cognoscitiva o perlesía cerebral de forma gratuita todos los sábados, de 6:00 a 8:00 p.m., en la cancha de la urbanización Terrazas de Cupey en Trujillo Alto.

“Queremos hacer algo por una población que no se hace nada por ellos o muy poco a nivel deportivo en Puerto Rico”, sostuvo la directora del programa, Annie Mestas, quien junto con sus voluntarios es responsable de brindarles un oasis de felicidad y propósito de vida a estos niños, aparte de ayudarlos en su desarrollo de relaciones sociales y mejorar sus destrezas motoras a través de la enseñanza del voleibol.

“Muchos aquí llegaron a este programa sin saber absolutamente nada de voleibol. Pero con mucha paciencia, amor y dedicación en la enseñanza de las destrezas que se requieren para poder practicar este deporte y con mucha disciplina en todos los ejercicios físicos en colectivo, los niños han respondido. Al inicio, uno se pregunta: ¿realmente algún día podrán jugar solos entre sí? Visualizas en tu mente ese deseo porque esa primera fase es bastante larga. Pero cuando esos niños por fin lograron jugar un juego por cuenta propia no había un ojo seco en la cancha entre los asistentes. Es una satisfacción bien grande poder ver esta transición en el desarrollo de estos niños”.

Sin auspicio

Desafortunadamente y muy a pesar de su encomiable labor, el programa es sustentado casi de forma exclusiva por aportaciones ocasionales de los padres participantes, pues carece de auspicio de entidades privadas y apenas ha recibido alguna que otra ayuda mínima del gobierno, siendo el municipio de Trujillo Alto uno de sus pocos aliados al cederle en días recientes el uso de la cancha de la urbanización Terrazas de Cupey, la cual estrenarán este sábado.

“Por fin tenemos una cancha bajo techo y cerrada que podemos llamar nuestra, pues así podemos ampliar nuestro programa. Vamos a estrenarla este sábado en ceremonia especial a las 3:00 p.m., develando el logo de VoliStar”, dijo Mestas, quien lleva tres años mendigando ayudas y mudando a sus niños como nómadas entre cancha y cancha para cumplir su función social.

“Recuerdo que empecé en Cupey Gardens con tres niños, en el 2010. Luego, el municipio de San Juan me dio una cancha abierta, pero no funcionaba para nosotros, pues los niños que tenemos son súper curiosos y salían corriendo fuera de la cancha cada vez que veían algo raro. Luego la Universidad Metropolitana (UMET) nos cedió su cancha algunos sábados, pero a veces tenían compromisos y no podían prestarla y eso nos cohibía de reclutar otros niños. Con esta cancha de ahora tenemos un lugar estable y con la opción de poder expandir nuestra ayuda a otros niños”.

Necesitan voluntarios

Pero para ampliar sus servicios gratuitos, VoliStar no solo necesita aportaciones económicas de entidades privadas y gubernamentales, sino también de personas interesadas en aportar de su tiempo para ayudar a jóvenes con limitaciones.

“Tenemos unos cuantos voluntarios bien buenos, incluyendo dos dirigentes que laboran totalmente de gratis. Uno es Oscar Torres, que viene desde Morovis, y la otra es Nomarie Exclusa, que es jugadora de voleibol profesional con el equipo de Humacao. También hay varios jóvenes de escuela superior que tuvieron que dar labor comunitaria y una vez vinieron, se quedaron con nosotros. Pero necesitamos más personas que se quieran unir a esta labor social”, dijo Mestas, quien labora con pasión y tesón junto a otros padres, como Joyce Dávila y Jessibel Sambolín, para organizar las actividades del club.

“Una de las razones es que también queremos adoptar a una escuela de niños ciegos, que tienen una necesidades especiales diferentes a las del grupo que trabajamos en estos momentos. Trabajaríamos con esos niños en otro día de la semana”.

Aparte de esto, VoliStar tiene otras metas a largo plazo, como llevar a varios de estos niños a las Olimpiadas Especiales en Los Ángeles en el 2015, así como ampliar su programa a otras partes de la Isla.

“Hay interés de abrir un capítulo de VoliStar en Vega Baja y otro en Mayagüez, pero lo estamos haciendo ahora mismo a pulso, aunque con mucho cariño. Hay muchos más niños con necesidades especiales que queremos impactar”, agregó.

Para más información, auspicio o servir de voluntario, puede llamar a Meste al 787-909-0669 o accesar la página de Facebook de VoliStar.