La escuela de Bucarabones no es una escuela cualquiera. Allí cerditos y conejos y una gran variedad de plántulas forman parte del pan de la enseñanza y de todo un mercado que han podido generar.

La Escuela Vocacional Agrícola de Bucarabones, en Toa Alta, es una de tres escuelas de este tipo en la Isla que enseñan gratis ciencias agrícolas a la comunidad. La escuela vocacional Agrícola José B. Barceló en Adjuntas y la Escuela Vocacional Agrícola Soller de Camuy también tienen el concepto, pero solo atienden adultos. En el caso de la Escuela Agrícola de Bucarabones atienden jóvenes de Educación Especial, a partir de los 16 años de edad y adultos de lunes a sábado.

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El innovador plantel ofrece cursos de jardinería paisajista, huerto casero, cultivo hidropónico, aquaponía, maquinaria agrícola y equipo pesado, “grooming”, salud animal, asistente veterinario, producción agropecuario general y, a partir del próximo año, soldadura, aseguró el director escolar, el agrónomo Samuel Valentín.

“Es un pequeño centro de Educación Especial (EE) para jóvenes que, cognoscitivamente, no se pueden desarrollar en un aula de corriente regular, pero, ocupacionalmente, los capacitamos para el mundo del trabajo en el área laboral agrícola. Tenemos distintos maestros y maestras a cargo de los cursos que ellos toman y tenemos acomodos razonables. Por eso, tenemos dos maestros de EE que le dan parte de matemáticas de acuerdo al curso que toman. Los adultos pueden ser profesionales y de todo nivel de preparación educativa. Por las clases aquí no se cobra nada, porque estamos sustentado con fondos estatales debido a que pertenecemos al Departamento de Educación (DE)”, sostuvo Valentín.

En tanto, las ventas de los productos agrícolas vienen a servir como experiencia para los estudiantes y una que otra ayudita va para el sustento de la escuela.

“Muchas veces hay jóvenes que no se atreven a comunicarse con una persona y ni siquiera mirarlos a los ojos, y con el desarrollo de diferentes experiencias se vuelven líderes. A veces no sabían sumar uno más uno y con esta experiencia ocupacional pueden cobrar una lechuga, suman y restan. Como programa de educación agrícola supervisada, nosotros ponemos a que los jóvenes y adultos, de los mismos productos que se generan y que ellos aprenden a producir, a que los vendan. Porque eso es parte de la experiencia y el cometido de la enseñanza”, aseguró el principal.

“Buscamos aportar en estos jóvenes de Educación Especial una vida independiente y transición en la vida adulta, lo que estos jóvenes muchas veces no alcanzan, más que por el rezago, el estigma que la escuela pública de vertiente regular”, sostuvo del proyecto que bajo su mandato ha tenido mucha acogida.

De otro lado, en la escuela, aunque se supla con materiales que les proporciona el DE, como en muchas escuelas, surgen necesidades. Por esto, los chavitos que sacan de las ventas les sirven para costear algunos gastos internos.

“Desde mi administración lo que yo he tratado de hacer unos pequeños mercados para lograr cubrir ciertos gastos. Porque si no, relativamente, no podemos costear los mismos oasis que necesito para producir las lechugas, los fertilizantes, las semillas, o muchas veces, las reparaciones que tengo que hacer acá. Como, recientemente, reparar una goma de tractor. Eso se hace con una cuenta; la escuela cuenta con un comité fiscal de fondos, que recauda todo y hay un recaudador, se deposita y se cumple con una orden de compra como nos exige el gobierno”, apuntó Valentín sobre las ventas que se llevan a cabo en un horario de 9:00 a.m. a 11:00 a.m. y de 12:00 del mediodía a 2:00 p.m.

El programa se repite cada semestre y el público puede recibir más información a través del número 787-779-3817 o en Facebook bajo Escuela Vocacional Agrícola de Bucarabones.

(PARA EL NORTE / ALVIN J. BÁEZ)

(PARA EL NORTE / ALVIN J. BÁEZ)