Innovador, creador, estilista, una leyenda viva de la música latina... Eddie Palmieri. Su aportación a la música y su sello particular le han asegurado una página dorada en el libro de este género musical y ha servido como inspiración a muchos que, como yo, han seguido su carrera y han disfrutado de sus presentaciones y grabaciones. La pasión y el respeto que este legendario puertorriqueño tiene por la música y los músicos no solamente es admirable, sino también contagiosa.

Como si fuera poco todo lo que me ha regalado este oficio de cantante, hace unos meses -por conducto de mi buen amigo Luis Álvarez- recibí la llamada del maestro Palmieri invitándome a formar parte de su nueva grabación.

Después de una semana dejándonos mensajes mutuamente, pudimos comunicarnos.

Él me hablaba de sus planes, del repertorio de los arreglistas, destacando al maestro Ray Santos y la participación de su cantante estrella, Herman Oliveras, a quien distingo, aprecio y respeto como cantante, sonero y persona. Así, entre anécdotas y canciones, conversamos largo rato mientras yo no salía de mi asombro e iba entendiendo que, en efecto ¡me disponía a grabar con Eddie Palmieri!

Varios meses después de las conversaciones se materializó el encuentro. Llegué al estudio Alfa del querido Héctor Iván Rosas con una puntualidad que obedecía más a mis nervios que a la disciplina. Estaba tan nervioso como aquel mes de abril de 1976 cuando grabé por primera vez con el maestro Mario Ortiz. Entro al estudio y me encuentro a Palmieri rodeado de su equipo de trabajo y nada más y nada menos que de Jerry Medina (cantante original de Batacumbele) y Juan Pablo Díaz (cantautor puertorriqueño); grandes intérpretes, dos generaciones de talento extraordinario.

Palmieri, gran conversador y contador de historias, escoge compartir algunas anécdotas de su repertorio, muchas de ellas relacionadas con las canciones que me disponía a cantar. De esa manera - cual psicólogo musical- consigue que yo me relaje un poco para entrarle a la tremenda y seria tarea de cantar en el disco de Palmieri, ¡con Palmieri desde el control  mirándome y escuchándome!

Para calentar motores, “el Rumbero del Piano” escoge el bolero Que falta tú me haces del maestro Bobby Capó, con un arreglo magistral de Ray Santos. La atmósfera se torna un poco emocional; Palmieri recuerda y me hace saber la falta que le hace su querida e inolvidable esposa doña Iraida, fallecida el año pasado, lo que aumenta el nivel de responsabilidad para mi trabajo.

Me uno a Jerry y a Juan Pablo para grabar los coros... ya me siento más relajado, y el maestro con sus comentarios y aprobación me va dando más confianza. Termina la sesión, nos vamos a descansar y me dirijo a prepararme para el segundo día de grabación: el más importante. Tengo que llevar al sonero que vive en mí a su máxima expresión para poder estar a la altura de Eddie Palmieri, su orquesta, los arreglos y a mi colega Herman.

Llegado el gran día me siento bien, el ambiente sabroso para trabajar; cantamos, reímos, bailamos, recordamos y, por qué no, lloramos un poco de la emoción y la nostalgia.

Gracias maestro Eddie Palmieri por regalarme esta experiencia y por la confianza en mi talento, por su trato cariñoso y respetuoso, por confiarme la canción La luz mayor, misma que es la piedra angular de este proyecto.

Y aquí voy en un avión rumbo a la Florida, con una sonrisa mientras escribo, disfrutándome todavía el privilegio de haber grabado con el maestro Eddie Palmieri...

¡Camínalo!