Si resulta extraño que una película de terror tan poco convencional como A Cure for Wellness estrene en las salas de cine comercial, el hecho de que sea distribuida por 20th Century Fox duplica su rareza.

El nuevo largometraje de Gore Verbinski (The Ring, Rango) va en contra de todo lo que los grandes estudios representan, con su moroso misterio que se desarrolla a la velocidad de un glacial, la escasez de sustos baratos, una duración que sobrepasa por mucho las dos horas y un retorcido final que dejará estupefactos a la mayoría de los espectadores, al menos a los que hayan logrado vencer el sueño.  El filme tiene sus problemas, pero la falta de osadía no es uno de ellos.

Mientras Verbinski no da en el blanco en todas sus decisiones, la calidad de su elaborada puesta en escena así como su vehemente compromiso con la tradición del horror gótico, ameritan cierta admiración. Lo más parecido a esto que se ha visto en el cine hollywoodense en los últimos años fue Crimson Peak (2015), de Guillermo del Toro, quien obtuvo mejores resultados con su romance fantasmal, aunque desafortunadamente fue un pequeño fracaso financiero para el cineasta mexicano. Verbinski parece estar destinado a sufrir la misma suerte, aun cuando demuestra cabalmente de lo que es capaz un buen director en una cinta de género cuando es provisto de un multimillonario presupuesto.

A Cure for Wellness no esconde en ningún momento sus influencias, provenientes el cine de Dario Argento y los clásicos del terror de la era dorada de Hollywood. Hasta el nombre de su protagonista parece sacado de una novela gótica: “Lockhart” (Dane DeHaan), un joven ejecutivo de Wall Street que es enviado a los Alpes para traer de vuelta a un miembro de la junta de su grupo de accionistas que se ha escondido en un antiguo sanatorio. Y allí lo encuentra, bebiendo agua “milagrosa” y sometiéndose a terapias que prometen curar cualquier mal, rodeado de siniestros enfermeros, médicos inquietantemente amables y una traumada adolescente que merodea por los patios y pasillos.

A días de llegar, “Lockhart” se ve involucrado en un accidente que lo obliga a quedarse en el sanatorio, y mientras más tiempo pasa ahí, más se empapa de la escalofriante historia del lugar y comienza a dudar de la efectividad del tratamiento al que se someten los pacientes. Verbinski y su coguionista Justin Haythe no se esmeran mucho en ocultar el misterio que se revela en todo su grotesco esplendor en el fantástico desenlace, pero sí se encargan a trazar un lento descenso hacia la locura a través de secuencias que se dividen entre tenebrosas y perturbadores. Aquellos que le tengan miedo al dentista o las anguilas, deberán ir especialmente preparados.

Han pasado muchos años desde que Verbinski logra impactar con un filme, desperdiciando su talento en secuelas de Pirates of the Caribbean o debacles de la talla de The Lone Ranger, por lo que verlo retomar su habilidad para confeccionar una tensa atmósfera de horror es todo un deleite. En A Cure For Wellness lo vemos confeccionar imágenes difíciles de olvidar, y si bien la película no lograse encontrar apoyo en la taquilla, el tiempo seguramente se encargará de que este trabajo sea reevaluado. Su inclusión en los anales del cine de culto está prácticamente garantizada.