Se podría decir que All is Lost, el nuevo largometraje del cineasta J.C. Chandor, es la versión más recatada de Gravity, o quizá que el filme de Alfonso Cuarón es la versión más comercial de la de Chandor, pero esto, considero, sería errado. Aunque es injusto compararlas, es pertinente dada la cercanía de sus estrenos. Ambas cuentan historias muy similares de supervivencia en contra de una monumental adversidad, pero sus enfoques son completamente distintos. En Gravity, su mensaje es explícito, incluso verbalizado, mientras que en All is Lost las palabras brillan por su ausencia.

Las pocas que se escuchan lo hacen en los primeros dos minutos a través de la lectura de una carta por parte del protagonista: un hombre anónimo interpretado parcamente por Robert Redford en una actuación que requería de una estrella de su calibre para cargar con la película. Sus palabras son apologéticas, de despedida, y cuando inmediatamente después de oírlas retrocedemos ocho días al pasado, vemos por qué.

Poco conocemos del personaje de Redford, y lo que conocemos es a través de inferencias, especulaciones, y las características que el veterano actor transmite con su mera presencia: convicción, seriedad y control de sus emociones.  Sabemos que es un hombre adinerado, lo suficiente como para tener su propio velero en el que navega el Océano Índico. También sabemos por medio de su sortija que está casado y tiene una familia a quien le dirige la carta luego de pasar ocho días en alta mar luchando para mantenerse con vida, esto luego de que su barco fuese embestido por un vagón de carga a la deriva. El agua que entra al bote por el enorme agujero destruye sus aparatos electrónicos, dejándolo incomunicado y sin instrumentos de navegación.

Ver All is Lost es verlo a él haciendo todo por sobrevivir ante la indiferencia de la naturaleza, la cual le propina golpes en forma de violentas tormentas y amenazas de tiburones cuando se ve forzado a abandonar el barco y buscar refugio en una balsa. El hombre acepta estos embates con mesura, al estilo de un MacGyver marítimo que se ingenia maneras de obtener agua potable y aprende a navegar utilizando las estrellas mediante un sextante y un libro que seguramente jamás pensó que algún día utilizaría.

La actuación de Redford ciertamente es encomiable y digna de todas las nominaciones que seguramente recibirá. Contrario a Tom Hanks en Cast Away, aquí el actor no tiene una bola de voleibol con la que conversar. Chandor y Redford desarrollan al personaje por medio de sus acciones. La veteranía de Redford nos hace creer en él, por lo que duele aún más cuando un error de su parte pone en riesgo su porvenir, resultando en una de las pocas palabras que se escuchan en el filme, una gritada a los cielos que muchos de nosotros habríamos dicho varias veces antes que él.

Mientras es posible darle una lectura más metafórica al filme (acerca de cómo todos estamos a la deriva en busca de salvación, o algo por el estilo), en esencia no es más que una historia de supervivencia -una muchísimo menos entretenida que Gravity, pero no menos cautivante-, anclada a una admirable actuación. Aquellos de ustedes que por alguna inexplicable razón encontraron que el filme de Cuarón pecaba de aburrido, manténganse alejados de este. Los demás podrían estar ante una de las doble tandas más interesantes y compatibles del año.