Hay películas hechas específicamente para provocar el llanto. Muchas de ellas usualmente comienzan con alguien enfermo, como es el caso de A Monster Calls, el nuevo largometraje del cineasta español Juan Antonio Bayona. Si el nombre les suena familiar, se trata del director de El orfanato y The Impossible. Probablemente recuerde las lágrimas que derramó en esta última. Bayona retorna ahora en busca de más al adaptar al cine el homónimo libro para niños de Patrick Ness –quien escribió el guión-  acerca de un pequeño y la dura aceptación de la muerte.

La enferma terminal en este caso es la madre del protagonista –interpretada por Felicity Jones- y el largometraje invita a ver a su hijo, “Connor” (Lewis MacDougall), lentamente aceptar lo inevitable por cerca de dos horas. La cruda realidad conflige con la fantasía a través de las recurrentes visitas de un gigantesco árbol antropomorfo (cuya voz es provista por Liam Neeson) que visita recurrentemente a “Connor” para hacerle tres historias con la condición de que al final él le tendrá que dar una a cambio.

El oscuro cuento de hadas es lo único que distingue este dramón de múltiples otros que obligan al espectador a ver el sufrimiento de los personajes de camino a un desenlace que está explícito desde los primeros minutos. Lo que hace que este angustioso trayecto sea meritorio es si el filme logra ganarse las lágrimas que tanto insiste en exprimir, y en el caso de A Monster Calls, la respuesta es “no”.

Mientras las actuaciones resultan sólidas y Bayona y su equipo consiguen asombrar mediante los efectos especiales que dan vida al monstruoso árbol –así como las técnicas de animación empleadas para los tres cuentos-, el director falla a la hora de hilvanar ambas realidades, haciendo que las dos se sientan como sacadas de películas y géneros distintos.

El efecto dista mucho de lo que alcanzó Guillermo del Toro con El laberinto del fauno, combinando la Guerra Civil española con un tradicional cuento de hadas, mientras que para metáforas sobre los efectos de la muerte y la pena, la película australiana The Babadook persiguió el mismo norte con mejores resultados. ¡Oh sí! usted probablemente llorará a moco tendido al final de A Monster Calls –este servidor también lo hizo-, pero el llanto jamás se siente como otra cosa que la más obvia manipulación emocional.