“Yo sé que aunque me entreguen un hueso, yo no me voy a sentir como que es mi hijo, pero ahorita lo que quiero es, pues, saber algo… lo que sea”.

El lamento de esa madre, una de muchas que figuran en el documental Ayotzipana en mí, se multiplica en miles como ella en Iguala, ciudad del estado mexicano de Guerrero, donde los desaparecidos han alcanzado cifras escalofriantes en los pasados años. De entre ellos, el notorio caso de los 43 estudiantes de la Escuela  Normal Rural Raúl Isidro Burgos que desaparecieron en septiembre 2014 mientras participaban de un acto de conmemoración, se ha convertido en la punta de lanza de un movimiento social que el cineasta puertorriqueño Tito Román Rivera captura en este filme que estrena hoy exclusivamente en una sala de los cines del centro comercial Plaza las Américas.

Román Rivera introduce al espectador al conflicto a través de quienes lo viven a diario: los alumnos normalistas de la región que luchan contra lo que ellos señalan como un gobierno corrompido por los carteles, así como los padres y madres que más de dos años después aún aguardan por “algo… lo que sea”, acerca del destino de sus hijos. Exento de cualquier narración, la historia de la región la cuentan los que residen en ella junto a politólogos y profesores que ubican en un contexto histórico cómo se llegó hasta aquí y lo que esta lucha representa para sus combatientes.

Fuera quedan las voces “oficiales”, las del gobierno –que probablemente jamás habrían aceptado hablar en cámara-, para dar espacio a aquellas que no las encuentran en los medios de comunicación tradicionales. Entre ellas, la que sirve de hilo conductor es la de Omar García, líder estudiantil que sobrevivió el encontronazo entre las fuerzas policiacas y militares de Iguala aquella noche del 26 de septiembre de 2014. Los estragos de aquel día aún se perciben en el peso de su voz, en su lenguaje corporal que Román Rivera captó en diferentes ocasiones a lo largo de dos años.

El cineasta, quien se encontraba en México documentando la gesta de un boxeador boricua cuando se topó con una de múltiples manifestaciones por las desapariciones en Ciudad de México, realiza un buen trabajo a la hora de presentar los hechos siguiendo el estilo del cinema verité. La única vez que su acercamiento tropieza es a la hora que intenta estrechar lazos entre México y Puerto Rico a través de un breve desvío en la narrativa que pierde el enfoque original. Aun cuando este aparenta haber sido uno de sus objetivos con el filme –subrayar solidaridad entre los movimientos estudiantiles de izquierda entre ambos países-, la narrativa del documental sufre un poco por ello.

Sin embargo, Ayotzipana en mí nunca deja de ser un trabajo cautivante, y el hecho de que se esté presentando en las salas comerciales del país –aunque solo sea en una de ellas- merece ser aplaudido, pues si algo siempre ha escaseado en la cartelera local, es la proyección de documentales.