Hay películas que sencillamente se viven, que crecen en y con nosotros, y que a veces se asemejan tanto a nuestra realidad que la pantalla se convierte en un espejo. El director Richard Linklater ha realizado al menos tres de estas y el honor le pertenece tanto a él como a sus protagonistas y coescritores, Ethan Hawke y Julie Delpy. Con Before Midnight, el trío de cineastas completa la que definitivamente será recordada como su obra maestra: una maravillosa trilogía fílmica destinada a ocupar un muy merecido lugar entre las mejores que jamás se hayan visto en el séptimo arte.

Del mismo modo que Francois Truffaut capturó el crecimiento del personaje Antoine Doinel a lo largo de 20 años y cinco filmes mediante la actuación de Jean-Pierre Léaud, Linklater realiza el mismo ejercicio dramático con las hermosas y genuinas interpretaciones de Delpy y Hawke como Celine y Jesse, la pareja de enamorados que venimos siguiendo desde el 1995, en Before Sunrise, y que vimos por última vez en Before Sunset (2004).  Sin embargo, mientras el maestro Truffaut nunca pudo igualar su ópera prima, The 400 Blows, en las cuatro películas subsiguientes, las de Linklater han sido incrementalmente mejores, haciendo de Before Midnight la joya más preciada del tríptico cinematográfico.

El largometraje demuestra lo que ocurrió tras el brillante y arriesgado final abierto de Before Sunset,  ofreciendo respuestas a la gran incógnita que dejo la cinta una vez la pantalla se fue a negro mientras Jesse observaba a Celine bailando al ritmo de Nina Simone en su apartamento en París. Descubrir cómo continúa la relación de ambos es el gancho de la producción, especialmente para los que llevamos mucho tiempo envueltos emocionalmente con su historia, por lo que no pretendo revelarlo aquí más allá de decir que la pareja aparece junta en pantalla y que han pasado nueve años desde los hechos de Before Sunset.

Las circunstancias en las que nos volvemos a encontrar con ellos reflejan la evolución natural de una relación que ha abarcado 18 años en tiempo real y narrativo, ya que aunque las cámaras no han estado ahí para captar cada minuto de su idilio, el fantástico guión de Linklater, Delpy y Hawke carga con el peso emocional que conllevaría el paso de esos años. El acercamiento de estos tres cineastas al material es el más serio de las tres películas, por momentos tiernos y muy cómicos, en otros tensos o incómodos, pero siempre a tono con la realidad. Tanto así, que su apreciación del filme dependerá  de cuán cerca se encuentre usted al contexto en el que se desarrolla el argumento.

Es meritorio volver a resaltar el excepcional libreto que han escrito estos tres dotados guionistas. Los tres capítulos de la trilogía se distinguen por ser puramente dialógicos sin que esto jamás sea sinónimo de tedioso. Las conversaciones siempre resultan interesantes y verosímiles, transmitiendo un sentimiento similar a cuando uno se reencuentra con unos viejos amigos después de mucho tiempo y entre copas de vino y caminatas por bellos paisajes europeos nos ponemos al día acerca del estado actual de sus vidas. Su compañía es tan agradable que cuesta trabajo salir de la sala una vez termina la película.

Delpy y Hawke ofrecen sus mejores actuaciones de la trilogía, notándose sumamente cómodos el uno con el otro al punto que tal parece que se les hace muy fácil introducirse en las pieles de estos personajes que llevan años desarrollando. Los actores comparten momentos de intimidad tan profundos que conmueven con su naturalidad, exponiendo la falta de buen diálogo que hay actualmente en el cine y lo irreales que son la mayoría de los romances. La diferencia es del cielo a la tierra y debe ser asignatura obligada para cualquiera que aspire convertirse en cineasta.

Los adjetivos se quedan cortos para señalar todas las virtudes de Before Midnight. El filme es un rotundo  triunfo para Linklater, Delpy y Hawke en la manera cómo han expuesto los mitos y realidades del amor a través de las distintas etapas de la vida. Se trata nada más y nada menos del mejor estreno del 2013 hasta ahora… y uno muy difícil de superar.