Tal es la  fuerza antagónica que la Crisis Económica ejerce sobre los protagonistas de  la cinta puertorriqueña La espera desespera que debe ser escrita así, con mayúsculas, puesto que prácticamente se trata de un personaje  dentro del elenco. El villano, por supuesto.

El primer largometraje de la directora y guionista Coraly Santaliz responde a nuestra realidad actual, en la que cada dólar cuenta y la gran mayoría vive cheque a cheque. Cualquier imprevisto, por más mínimo que sea, puede tener serias consecuencias en la economía del hogar o -como muestra el filme- ser la diferencia entre la vida y la muerte.

Carlos Marchand y Marisé Álvarez interpretan al matrimonio compuesto por “Jorge”  y “Lisa”. La pareja vive del transporte público y del mínimo salario que reciben, ella, como manicurista, y él, como un tipo de empleado de almacén, pero viven felices. Todo eso cambia un día cuando “Lisa” es diagnosticada con una condición cardíaca que requerirá de una costosa operación para salvarle la vida. Sin plan médico y con el crédito malo, “Jorge” se ve inclinado a hacer lo que sea con tal de conseguir el dinero.

Esta sinopsis pinta un panorama deprimente para La espera desespera, pero no es así. El guión de Santaliz resulta muy ameno  dentro de la seriedad de lo que expone. Incluso matiza el drama con instancias de comedia que ayudan a relajar la atmósfera. Sin embargo, la clave para la efectividad del libreto yace en su estructura.

Una vez “Jorge” decide que su mejor opción es robar un banco, el primer acto del filme se concentra en su preparación para cometer el crimen. Lo que ocurre después es para que usted lo descubra, pero digamos que Santaliz juega con el tiempo y se las ingenia para llegar a una conclusión satisfactoria.

El corazón del filme yace en la relación entre “Jorge” y “Lisa”, quienes aún dentro de la adversidad parecen vivir bajo el lema “a mal tiempo, buena cara”. Marchand y Álvarez son dos de los mejores actores jóvenes que tenemos actualmente en la Isla y su trabajo aquí es prueba de ello.

Marchand posee un don  natural para la comedia. Cuenta con un ritmo muy preciso para el género, sabiendo exactamente cómo y cuándo reaccionar, algo que será aun más evidente cuando próximamente estrene la cinta I Am a Director, del director Javier Colón.

Por su parte, Álvarez siempre consigue iluminar la pantalla con su mera presencia. Sus escenas con Marchand, en esos días cuando la esperanza disminuye, subrayan el delicado balance en el que habita La espera desespera, entre el drama y la comedia, cuando la risa y la ternura son la mejor medicina para perseverar.          

*La espera desespera se exhibe en el Teatro Hollywood, en Coamo, y El Cine, en Mayagüez.