Hay un buen chiste en Fist Fight. Tres, si se es generoso. Señalarlos aquí sería privar al espectador del poco placer -si alguno- que pudiese sacar de esta película, pero al tratarse de una “comedia”, el número de carcajadas que podría provocar están suscritas al sentido del humor de cada quien. 

El elenco no es la causa de la falta de risas. Ice Cube se ha más que probado dentro de este género, y su actitud de maleante –la misma que emplea aquí como un rudo maestro que amenaza a otro con irse a los puños cuando suene el timbre de salida- le ha funcionado en filmes como 21 Jump Street y su secuela. Los actores secundarios incluyen a tremendos comediantes como Tracy Morgan, Kumail Nanjiani y Jillian Bell (esta última provee uno de los tres buenos chistes), y hasta el mismo coprotagonista, Charlie Day, ha alcanzado la fama en la serie It’s Always Sunny in Philadephia con el único personaje que aparenta saber interpretar: un hombre histérico con voz chillona y sin volumen.

Donde la película se cae es en su libreto, o lo que sea que haya existido similar a uno en el set. Los guionistas Van Robichaux y Evan Susser debutan en el cine con un guión inspirado en parte en Three O’Clock High (1987) y parte en la habilidad de estos comediantes para improvisar, o al menos esto es lo que parece. La típica secuencia de “bloopers” en los créditos apunta a que mucho quizás dependió de los chistes que pudiesen surgir en el momento, con el trillado esqueleto de una historia sirviéndole de soporte, y uno muy pobre. Los clichés abundan y el silencio impera mientras los actores se envuelven en conversaciones en las que los “punchlines” jamás llegan.

La dirección de Richie Keen –quien proviene de la televisión- tampoco ayuda a subsanar las deficiencias de la producción. En todo caso abona a ellas. No hay un sentido de ritmo, la cámara se mantiene mayormente estática y las escenas parecen extenderse más tiempo de lo necesario. Cuando único Fist Fight da señales de vida es en la culminante pelea, donde ambos maestros se tiran con todo, pero para ese punto es muy poco y muy tarde.  El vencedor del combate es lo de menos; el público hace rato que cayó noqueado.