Hay una cautivante historia justo detrás de la que In the Heart of the Sea desea contar a través del puro atractivo visual. Una mucho más íntima que, irónicamente, no proviene del libro homónimo de Nathaniel Philbrick en el que el autor realiza un recuento del hundimiento del barco ballenero Essex tras ser atacado por una ballena gigante en el Océano Pacífico en 1820, hecho histórico que –se alega- inspiró a Herman Melville a escribir el clásico literario Moby Dick. Hollywood siendo Hollywod, está promocionando la película partiendo de esta premisa y para ello el guionista Charles Leavitt estructuró su guión alrededor de una hipotética entrevista que Melville le hiciera a uno de los marinos del navío.

El británico Ben Whishaw (Perfume, Cloud Atlas) interpreta a Melville con la gallardía que siempre lo ha caracterizado en pantalla, incluso en películas que rápidamente se olvidan mientras su actuación perdura en la memoria. Su contraparte es el siempre excelente Brendan Gleeson –capaz de añadirle múltiples matices a un papel con tan solo una inflexión de su voz- como “Thomas Nickerson”, el único sobreviviente que aún queda vivo décadas después de la tragedia del Essex.  Reaciamente, el exmarinero le confiesa al autor lo que aconteció en esos meses, alcanzando la catarsis que lo ha eludido desde entonces.

Uno podría ver todo un filme acerca de esta conversación entre Whishaw y Gleeson y salir sumamente satisfecho. Hay un verdadero drama que se manifiesta en la relación entre ambos actores que se le escapa por completo al grueso de la película, enfocada en reconstruir los hechos del hundimiento mediante el uso efectos especiales que –en ocasiones- dejan mucho que desear. Las secuencias marítimas que filma el director Ron Howard distan muchísimo de la autenticidad de algo como Master & Commander, y mientras bien es cierto que el componente digital en este caso era necesario –al menos hasta que las ballenas aprendan a actuar-, la calidad del recurso no logra sacudir el sentido de artificio. 

Del mismo modo, la dinámica entre los tripulantes del Essex no es particularmente agradable. La enemistad entre el capitán y el primer oficial –interpretados por Benjamin Walker y Chris Hemsworth, respectivamente- no tiene un arco de desarrollo satisfactorio antes ni después del hundimiento del barco, mientras que el resto de los marinos apenas se sienten como personajes bidimensionales, sin carácter ni cualidades que los distingan.

Solo cuando la acción regresa a la sombría conversación entre Melville y Nickerson la película consigue despertar y exhibir algún tipo de emoción que trascienda la pantalla. El resto de In the Heart of the Sea no es más que espectáculo sin el más mínimo rastro del componente humano que viabilice una conexión con el drama en altamar.