El género de la ciencia ficción no veía una catástrofe tan espectacular como Jupiter Ascending desde que David Lynch intentó adaptar Dune a la pantalla grande hace más de 30 años. Este es el tipo de producción a gran escala por la que muchos cinéfilos abogamos todo el tiempo, las que exigimos apasionadamente que queremos ver más a menudo: ambiciosas, arriesgadas y exclusivas del medio cinematográfico, pero el largometraje de los hermanos Andy y Lana Wachowski –destinado a convertirse en su más reciente fracaso taquillero desde que concluyeron la trilogía de The Matrix en el 2003- será la nueva excusa que usarán los grandes estudios de Hollywood para continuar regurgitando más secuelas, precuelas, remakes y reboots de propiedades intelectuales probadas y conocidas.

Cabe enfatizar que aun dentro de la inmensa pobreza de calidad que exhibe en las ramas de actuación e historia, Jupiter Ascending cuenta con unos fantásticos efectos especiales que proveen un espectáculo visual digno de la temporada veraniega, fecha en la que originalmente iba a estrenar el año pasado antes de que fuese pospuesta a semanas de su debut hasta el día de hoy. La razón para el atraso será más que evidente para cualquier persona con un par de ojos que asista este fin de semana al cine. El estudio seguramente sintió el fuerte hedor a calamidad que emanaba de esta mescolanza influenciada por una variedad de ideas sacadas de la fantasía, el anime y la ciencia ficción, por lo que optó moverla a una fecha en la que pudiese minimizar las pérdidas con menos competencia en cartelera.

¿Qué no hay en esta película? Tenemos una milenaria familia real de humanoides espaciales que busca salvaguardar el suplicio del recurso orgánico que los mantiene prácticamente inmortales; un licantrópico mercenario albino con orejas de vulcano y botas antigravedad que es enviado a la Tierra para encontrar a la terrícola que se cree es la reencarnación de la reina de esta antigua raza de humanos; lagartos con alas que fungen como la guardia personal del líder de la realeza; abejas genéticamente diseñadas para reconocer si alguien es de sangre azul; los complots políticos más innecesarios y rebuscados que se hayan visto desde las precuelas de Star Wars; un intento de venta de óvulos, vestuarios sacados del guardarropas de David Bowe circa 1969; y una familia de rusos que entra y sale de la trama aleatoriamente para provocar lo que sospecho son risas por parte de los espectadores.

El guión de los Wachowski no tiene salvación, pecando de sus peores inclinaciones como cineastas: inflado, desalmado y sin rumbo. Su estructura se divide entre secuencias de acción rudimentariamente dirigidas y extensas escenas de exposición que pretenden introducirnos poco a poco a las reglas, contexto e idiosincrasias de este disparatado universo, pero que lo que consiguen provocar es aburrimiento y desinterés por medio de la subyugación. Cómo les fue aprobado este libreto es un absoluto misterio. El dúo de directores ha estado surfeando la ola del éxito de The Matrix por los pasados 12 años, pero después de Speed Racer, Cloud Atlas y ahora esto, no sería insensato prever el fin de su carrera comercial.

Del elenco sobresale Eddie Redmaye en una actuación que muy bien podría costarle el Oscar al que está actualmente nominado. El actor británico, que ha sido celebrado durante los últimos meses por su interpretación de Stephen Hawking en The Theory of Everything, ofrece el peor trabajo histriónico de la película como el villano “Balem”, gravitando entre lo risible y lo patético con un papel falto de desarrollo, suspirando con carraspera la mayoría de sus líneas y gritando cómicamente las otras. Justo detrás de él está Mila Kunis como “Jupiter Jones”, la supuesta heroína que Kunis no logran vender. La joven actriz no posee la convicción para adoptar este tipo de rol aun cuando este resulta tan pobre como el de Channing Tatum, el mencionado licántropo albino que amarra el talento de actor dentro de una plástica figura de acción tan insulsa como inmemorable.

Pero volviendo a lo del espectáculo, los Wachoswki obtienen bonificaciones por al menos tratar algo distinto y original con el blockbuster convencional. Por más aparatoso que pueda ser el desastre, es mejor ver uno realizazdo con pasión que uno hecho por las comitivas corporativas que suelen micro manejar cada detalle de estas mega producciones. Jupiter Ascending contiene imágenes fabulosas y suficiente historia como para suplir toda una temporada de una serie de televisión. Es una lástima que no hayan sido puestas al servicio de una mejor película.