Hay más imaginación y valor cinematográfico en 30 minutos de Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children que en las pasadas dos películas de X-Men juntas, pero conste que esto no es mucho decir, considerando lo extremadamente genéricas que fueron las últimas películas de esos mutantes. Tampoco significa que la película que llega hoy a los cines supera la persistente mediocridad del blockbuster contemporáneo común, pero en vista del revoltillo  que este pretende realizar entre los arquetipos de los mencionados superhéroes y el universo fantasioso tipo Harry Potter dentro del que se desarrolla, la comparación resulta meritoria.

El filme, basado en la novela homónima de Ransom Riggs –la primera de una trilogía-, es la más reciente adaptación de un libro dirigido al público “Young Adult”, y considerando la pobreza de lo que acostumbra a salir de esa clasificación literaria, podría decirse que este esfuerzo a cargo del director Tim Burton logra distinguirse no por otra cosa que su excéntrica estética. Irónicamente, las peculiaridades de los pequeños protagonistas que figuran en el título –que van desde un niño invisible hasta una niña con una boca llena de colmillos escondida en la parte trasera de su cabeza- parecen inspiradas en la propia filmografía del director, así que lo que observamos en pantalla es algo así como ver a una serpiente devorándose su propia cola.

Asa Butterfield es “Jacob Portman”, un joven residente del estado de Florida que no se siente a gusto en su mundo, y no solo porque vive en Florida. “Jacob” siempre ha creído que pertenece a otro tiempo o lugar, y la prueba de esto llega trágicamente cuando su abuelo muere mutilado por una monstruosa aparición que le roba los ojos. La muerte de su ser más querido lo impulsa a descubrir más acerca de su pasado, trasladándose hasta una isleta en la costa de Inglaterra donde se ubica el orfanato en el que su abuelo se crió alrededor de la Segunda Guerra Mundial. 

Al llegar ahí, encuentra el orfanato en ruinas, destruido hace décadas por una bomba nazi, esto a pesar de que su abuelo recibió correspondencia de ahí recientemente. Cuando tres extraños niños lo confrontan en el pueblo, “Jacob” descubre que el orfanato aún existe y todos sus residentes se encuentran vivos dentro de él, solo que protegidos dentro de un bucle temporal que los mantiene atrapados en el mismo día de 1944, viviendo relativamente felices aunque como prisioneros del tiempo.

El libreto de Jane Goldman retiene varias de las ideas más interesantes del texto original de Riggs, específicamente los bucles temporales y cómo estos son cazados por las mencionadas apariciones alrededor del mundo para hacerse más poderosas. La dinámica entre los jóvenes protagonistas y sus respectivos poderes es similar a la de un equipo de superhéroes, pero contrario a la trillada salvación mundial, aquí trabajan en conjunto por su supervivencia, haciendo que lo que está en juego se sienta más íntimo y personal. 

Sin embargo, no todos los elementos engranan efectivamente. Aun cuando seguramente el estudio tiene sus esperanzas en que esto se convierta en una franquicia, las reglas de este universo que abarca tres novelas aparentan haber sido comprimidas en una sola película, por lo que las explicaciones terminan siendo confusas al extremo que es mejor ignorarlas y simplemente aceptar lo que está pasando sin darle mucha cabeza. Esto afecta mucho más a la primera hora del filme, que sufre de un ritmo lento y latoso, pero que Burton consigue subsanar en la segunda mitad con secuencias de acción, que nunca han sido una de sus fortalezas, pero que al menos obtienen un cambio de ritmo. 

Dicho esto, cabe celebrar el que Burton no escatime en las imágenes espantosas que podrían asustar a los espectadores más pequeños entre el público. A pesar de las deficiencias de la cinta, el director está comprometido con su singular estética, tal y como lo ha hecho a lo largo de su carrera, incluso en sus peores desempeños detrás de la cámara. La aparición de Samuel L. Jackson alrededor del último acto le agrega un toque humorístico a la trama que –aunque choca con el resto de la atmósfera- es lo más cercano al tono característico “burtonesco” en todo el filme. Lástima que haya llegado tan tarde. 

¿Y qué de Eva Green? Desafortunadamente, la santa patrona de las memorables actuaciones en películas olvidables aparece muy poco en pantalla. Demasiado poco, aun cuando figura en todo el material publicitario. Al igual que en Dark Shadows, ella es la única que está en sintonía con el acercamiento de Burton al material, regocijándose en sus extravagancias y elevando un papel que no aprovecha su habilidad actoral. Es una pena que Green no haya estado activa en la actuación 25 años atrás, cuando Burton lograba impresionar.