Las aventuras del guardia de seguridad "Larry Daley" (Ben Stiller) dentro de los museos cuyos habitantes inanimados cobran vida tras la puesta del sol concluyen -al menos por el momento - en Night at the Museum: Secret of the Tomb, fácilmente la mejor entrega de esta serie que comenzó en el 2006 y que ahora se despide agridulcemente con la última aparición en pantalla de Robin Williams.

Shawn Levy regresa a la silla del director por tercera ocasión para cerrar la trilogía con una trama en la que la necesidad de despegarse y decir "adiós" impera sobre los acontecimientos que se desarrollan en ambos extremos del Océano Atlántico. Este sentido de finalidad le imparten  un tono de tristeza a las últimas escenas de Williams, quien vuelve a interpretar al expresidente estadounidense Teddy Roosevelt en una actuación que habría pasado sin pena ni gloria, pero que ahora adquiere un mayor significado tras su reciente fallecimiento.

Sin embargo, esta realidad probablemente pasará inadvertida por el público infantil  a quien esta película va principalmente dirigida, aquellos que vienen a reírse y disfrutar de las locuras de "Larry" y sus históricos amigos dentro de los salones del Museo de Historia Natural de Nueva York. Y por primera vez -al menos para este servidor- los adultos también hemos sido invitados a gozar de la diversión, o al menos a que el tiempo que pasamos dentro del cine no se sienta tan interminable como en los dos filmes anteriores.

Al descubrir que la magia que anima a los personajes dentro del museo está desapareciendo, "Larry" se ve obligado a trasladarse al Museo Británico en Londres junto a un puñado de sus usuales compañeros para investigar por qué el antiguo artefacto egipcio que les da vida se está corroyendo. Allá se topa con otra guardia de seguridad como él -interpretada por la inglesa Rebel Wilson, quien provoca muchas de las mejores carcajadas de la cinta-, un faraón (Ben Kingsley) y hasta el heroico caballero "Sir Lancelot", encarnado por Dan Stevens (Downton Abbey) como otro de los grandes aciertos del elenco.

Fuera del detalle de Williams -cuyo personaje recibe una emotiva despedida-, no hay nada en el filme que lo haga particularmente memorable, pero como entretenimiento familiar pasa raspando con buena nota. La trama es simple, los personajes, simpáticos, y las risas mayormente se las gana, en especial Stiller en su doble interpretación, como un neardental que durante toda la película creí que se trataba de una aparición "cameo" de Tom Cruise.  Lamentablemente, no lo fue.

Lo que eleva a Secret of the Tomb por encima de las dos entregas anteriores es la subtrama que se desarrolla entre "Larry" y su hijo, que se apresta a iniciar la transición entre la adolescencia y la adultez. Es un elemento básico y sin mayor profundidad, pero le añade algo de ternura a una franquicia cuyo único propósito hasta ahora había sido entretener a los más pequeños a cuenta de la tortura de quienes los acompañamos al cine.