Andrew Garfield y Emma Stone electrifican la pantalla en The Amazing Spider-Man 2, segunda entrega del reboot cinematográfico del arácnido personaje, en donde la pareja de actores continúa siendo la razón primordial para comprar un boleto de admisión. Parecerá extraño destacar el ángulo romántico en una cinta de superhéroes por encima de la acción o los efectos especiales, pero cuando esto es lo que logra que la producción pase raspando de la calificación “mediocre” a “pasable”, merece recibir el crédito.  

Así de excelente es la química entre ambos como “Peter Parker” y Gwen Stacy”, quizá los novios más famosos en el medio de los cómics, y cuyo romance recibe un significativo e importante despliegue en esta película que da inicio a la temporada de estrenos veraniegos. Garfield y Stone fueron lo único salvable del filme anterior y aquí repiten con creces la gesta en una secuela que -aunque superior a su predecesora- todavía se queda muy corta de ser “Amazing”. The Barely OK Spider-Man 2 sería un título más apropiado, pero sospecho que no tan mercadeable.

Marc Webb regresa a la silla del director y de una cinta a la otra se le nota más confiado en el manejo de la acción, el segundo punto en el que la producción se desempeña aptamente. El cineasta plasma unas atractivas secuencias que resaltan la colorida paleta de las historietas a través de unos fantásticos efectos especiales, así como la asombrosa agilidad de “Spider-Man” mientras se columpia por la ciudad de Nueva York. Sus tiros de cámara son limpios y mayormente coherentes, permitiendo apreciar la fluidez de la acción. Las secuencias de “Spidey” lanzándose al vacío, esquivando proyectiles y rescatando personas en peligro -algo que realiza constantemente, más que ningún otro superhéroe en el cine- son tan emocionantes y divertidas que la duración completa podría haber sido dedicada a ellas.


Pero no. Obviamente tiene que haber una trama, y The Amazing Spider-Man 2 -que estrena mañana en Puerto Rico y Estados Unidos- tiene algo que se asemeja a lo que una debe ser. Por alguna razón que aún no comprendo, el dúo de Alex Kurtzman y Roberto Orci continúan consiguiendo trabajo como guionistas a pesar de haber “escrito” cosas como Cowboys & Aliens y Transformers: Revenge of the Fallen, entre otras evidentes muestras de su falta de talento. Aquí se juntan con Jeff Pinker –otro egresado el equipo de escritores de la serie Lost- para delinear un argumento sumamente pobre, más preocupado con sembrar las semillas de la franquicia multifílmica que quiere levantar Sony Pictures (emulando el exitoso modelo de Marvel Studios) que en desarrollar al personaje en una entrega plenamente satisfactoria.

Luego de un prólogo que sigue expandiendo el tedioso misterio alrededor de la muerte de los padres de “Peter”, nos reencontramos con el joven en medio de una estupenda secuencia de acción en las calles de Manhattan que sirve como una tremenda reintroducción al personaje. Si algo realiza bien el libreto es resaltar la cualidad de bocón de “Spider-Man” cuando se enfrenta a sus enemigos –burlándose de ellos y exaltando el sentido del humor innato del personaje- y Garfield la manifiesta a la perfección. El actor entiende al personaje y su interpretación tanto física como verbal es tan buena que se distingue incluso al estar escondido detrás del icónico disfraz.

“Peter” se ve envuelto en un conflicto interno entre su amor por “Gwen” y la promesa que le hizo al padre de ella –cuyo fantasma lo acecha- de mantenerla a distancia para no poner su vida en peligro. Lo que debió ser el ángulo principal de la historia, pasa a un segundo y hasta un tercer plano con la llegada de “Electro” y “Harry Osborn”, dos insípidos villanos con motivos absolutamente mezquinos, no solo para seguir el camino del mal, sino para hacer de “Spider-Man” su enemigo número uno. Su desarrollo es increíblemente deficiente, convirtiéndose en los antagonistas simplemente porque el libreto necesita que lo sean.


“Electro” a duras penas podría llamarse un personaje. Es más un obstáculo en el camino que pasa de tonto insignificante a enloquecido archienemigo –literalmente- de una línea de diálogo a la otra. Jamie Foxx es totalmente desperdiciado en un papel similar al de Whiplash en la pésima Iron Man 2, haciendo una buena entrada para luego desaparecer casi por completo de la película y regresar en los últimos minutos para el obligatorio encontronazo final. Lo mismo ocurre con “Harry”, la tercera mala interpretación del “Green Goblin” que aparece en pantalla luego del villano sacado de los Power Rangers en Spider-Man y… lo que sea que estaba haciendo James Franco en Spider-Man 3. El joven Dane DeHaan –quien dejó una tremenda impresión en un rol similar pero mucho más robusto en Chronicle- trata de darle peso al personaje, pero parece que a este nunca se le hará justicia en el cine.

Lo que carga con la película es el tierno romance entre “Peter” y “Gwen”. Webb definitivamente aprovecha el hecho de que Garfield y Stone son pareja fuera de las cámaras, capturando su atracción natural y lo cómodos que se ven trabajando juntos en cada momento que el libreto se lo permite. Él sabe que la efectividad de la cinta depende de ello, y aquellos que estén familiarizados con la historia de estos personajes sabrán de entrada por qué. En manos del cineasta detrás de (500) Days of Summer, el noviazgo es el mejor que se ha visto en una cinta de superhéroes. Lástima que casi todo lo que lo rodea no pudo estar a la misma altura.

Aun con sus múltiples fallas -que incluyen un pesado segundo acto entorpecido por las sandeces de los villanos y el rebuscado misterio, exento de acción y los fuegos artificiales que estallan entre Garfield y Stone-, el desenlace de The Amazing Spider-Man 2 se recupera significativamente y consigue enderezar la película hacia un final emocionalmente gratificante. Esto, una vez más, gracias a la pareja protagónica y las refinadas destrezas de Webb para darnos un espectáculo digno de los blockbusters del verano. Como dijo el personaje de “Robert Mckee” en Adaptation: “Puedes tener fallas, problemas, pero sorpréndelos al final y tendrás un éxito”. Lo de "éxito" le queda grande, pero en verdad es impresionante lo que un buen final puede lograr.