Es naturaleza humana desear lo que no se tiene, incluso para aquellos que parecen contar con los recursos económicos para tenerlo todo, o al menos todo lo que se puede comprar. Como parte de la realeza de Hollywood, la directora Sofia Coppola se crió en estos círculos que –con excepción de su ópera prima, The Virgin Suicides- han influenciado su filmografía con dos historias de actores lidiando con la fama y la soledad que viene con ella (Lost in Translation, Somewhere) y la brillantemente anacrónica Marie Antoinette, acerca de la adolescencia de la aristócrata francesa que perdió la cabeza.

En su quinto largometraje, The Bling Ring, Coppola se basa en los hechos reales reseñados por la reportera Nancy Jo Sales en Vanity Fair acerca de una ganga de jovencitos adinerados que entraban a las mansiones de los artistas en Los Ángeles para robarles. Los ladronzuelos eran chicos y chicas ricos  que querían ser súper ricos, sedientos de atención, viviendo en una burbuja de mansiones, moda y excesos en la que la popularidad se mide por quién se pasa más de la raya. Todos soñaban con la fama o la infamia, la que llegase primero, aunque cuando se idolatra a figuras tan polémicas como Lindsay Lohan, resulta difícil ver una marcada diferencia entre ambas.

Coppola complementa los hechos verídicos de su guión abordado esta subcultura del faranduleo obsesivo por las vidas de las celebridades que poseen tantas cosas materiales que pueden pasar semanas sin notar que desaparecieron. Paris Hilton, quien fue una de las víctimas y su mansión fue escalada alrededor de ocho veces, inexplicablemente permitió que la directora filmara en ella, ofreciéndonos un vistazo al templo a su imagen que adorna cada espacio y a la visión tan miope de estas personas que solo viven para verse en el espejo y entre los flashes de las cámaras.

El filme carece de un claro actor principal por lo que gravita entre las vidas de los cinco jóvenes que cometieron los robos. Emma Watson, Katie Chang, Israel Broussard, Claire Julien y Taissa Farmiga se desempeñan equitativamente bien en papeles reprochables, huecos y despreciables, que podrían enajenar al público, pero una película no tiene que tener personajes agradables para ser apreciada. The Bling Ring crea una atmósfera de superficialidad intencionalmente para transmitir las vidas vacías de sus protagonistas.

Si de algo peca el acercamiento de Coppola al material es en la inclusión de una estructura narrativa tipo documental, con testimonios de los adolescentes, que  introduce al principio irónicamente y luego parece olvidar hasta más tarde en la película. Agraciada por la espléndida cinematografía de Harris Savides –a quién se le dedica la cinta tras fallecer el año pasado antes de completar su filmación-, The Bling Ring luce fenomenal iluminada por las luces nocturnas de Los Ángeles que salen a relucir en la mejor escena donde dos de los delincuentes roban una mansión y desde la distancia los vemos a través de las enormes ventanas de cristal en un impresionante tiro largo e ininterrumpido.

A pocos meses del estreno de Spring Breakers, es imposible ignorar las semejanzas entre ambos largometrajes. Los dos se complementan, funcionando como dos caras de la misma moneda, poblados por personajes sin ninguna cualidad redimible, pero mientras Harmony Korine se concentró en los marginados y los criminales, Coppola lo hace desde la perspectiva de adolescentes que no solo aspiran a ser como las celebridades que admiran sino que -contrario a la mayoría- lo tienen a su alcance. Son los que luego vemos en los medios y nos preguntamos por qué son famosos… o infames. Es casi lo mismo.

Nota al calce: Una de las jóvenes implicada en los robos y que cumplió tiempo en prisión fue recibida de vuelta a la libertad con su propio reality show en E!, titulado Pretty Wild. Coppola incluso recrea escenas de él en la película. Si se atreven a verlo y duran más de diez minutos sin arrancarse los ojos, el mismo está disponible en Netflix, y prueba que la cineasta le hizo un favor, pues es más patética en la realidad.