Si por un lado The Book of Life es el mayor banquete visual y el más distintivo  que se ha visto en la animación computarizada desde Rango (2011), por el otro... no, todavía no hay que ir ahí. Aún quedan muchas virtudes que destacar acerca de los aciertos artísticos de esta cinta familiar.

Dirigida por el debutante  Jorge Gutiérrez y apadrinada por Guillermo del Toro en función de productor, la película se distingue inmediatamente por su atractiva estética, una que celebra las idiosincrasias del folclor mexicano y su tradicional fiesta del Día de los Muertos con más colores que los que parecen existir en el espectro de luz. Calaveras de azúcar, el pan de muerto, flores de Cempasúchil y -por supuesto- las icónicas Catrinas de José Guadalupe Posada, no solo adornan los rincones del poblado de San Ángel -uno de tres escenarios dentro de los que se desarrolla la trama- sino que sirven de inspiración, tanto para el diseño de las distintas localidades, como de los personajes.

De estos, sobresale  el de  “La Catrina”, interpretada vocalmente por Kate del Castillo. Este ente sobrenatural -hermosamente creado, con velas flotantes que ornamentan su vestido rojo- es quien gobierna la “Tierra de los recordados”, donde los muertos se la pasan de fiesta con globos, música y fuegos artificiales. El guión coescrito por Gutiérrez y Douglas Langdale no presenta la muerte como un fin ni algo que haya que temer, sino como una parte natural de la vida que -a la misma vez- se celebra desde el más allá. La muerte suele ser un tabú en los filmes infantiles, por lo que mirada tan distinta resulta sumamente bienvenida.

Más abajo, en la “Tierra de los olvidados”, donde habitan aquellos muertos que ya nadie recuerda, la deidad “Xibalba” –otro asombroso deleite para la pupila- vive frustrado, aburrido y deseoso de hacerse cargo de la más jovial “Tierra de los recordados”, por lo que le propone una apuesta a “La Catrina” que involucra el destino de los tres protagonistas: el torero con alma de músico “Manolo” (Diego Luna), el heroico soldado “Joaquín” (Channing Tatum) y la obstinada doncella “María” (Zoe Saldaña). “Xibalba” elige a “Joaquín” y “La Catrina” a “Manolo”. Aquél que logre conquistar el corazón de “María” decidirá inconscientemente al amo del mundo de los muertos.

Luna y Tatum realizan un buen trabajo vocal, con el actor mexicano expresándose con facilidad tanto en inglés como español –incluso cantando en los innecesarios arreglos de música pop del maestro Gustavo Santaolalla-, mientras que Tatum se concentra en sus usuales payasadas sin que se sienta que el personaje está siendo interpretado por un gringo. Saldaña, por su parte, queda relegada al trasfondo, y es aquí donde llegamos  a aquel “otro lado” aludido al comienzo de esta crítica, porque por más espléndida que pueda ser la animación de The Book of Life, sus virtudes estéticas no son suficientes como para rescatar a la cinta de sus marcadas deficiencias.

La mayor de estas es su trillada y simplona historia, que arranca con el pie incorrecto desde que introduce el cliché del triángulo amoroso. Aun cuando este no resulta tan molesto como la mayoría de las veces suele ser, la realidad es que “María” es un personaje secundario que por más apasionada que pueda ser con sus convicciones, al final queda reducida a las decisiones de los hombres que la rodean. Esto nos deja con tan solo “Manolo” como la fuerza motora que debería impulsar la trama, pero el viaje que realiza al mundo de los muertos carece de energía y emociones. Las pocas que llegan lo hacen a través de las imágenes, que alcanzan un nivel aún más elevado de excelencia cuando nos trasladamos a la “Tierra de los recordados”.

Estas limitaciones mantienen a The Book of Life bastante lejos de convertirse en un clásico de la animación, aunque paradójicamente sea uno de los mejores ejemplos de las maravillas que pueden salir de este medio cuando se cuenta con artistas verdaderamente talentosos. Gutiérrez definitivamente posee los dones para desarrollarse dentro de este campo, pero para la próxima hará bien en equiparar el estilo con la sustancia.