El director Derek Cianfrance (Blue Valentine) adapta la novela de M.L. Stedman, The Light Between Oceans, canalizando el humanismo de Terrence Davis y los paisajes de David Lean para proyectar en pantalla una conmovedora tragedia que se siente sacada de otra época, una en la que la palabra “melodrama” no cargaba una connotación negativa. En ella, un soldado retirado halla consuelo a los traumas vividos en la Primera Guerra Mundial en un islote australiano donde consigue trabajo como el encargado de un faro, así como en los brazos de una mujer con quien contrae matrimonio. 

Aislados del resto del mundo, “Tom Sherbourne” (Michael Fassbender) e “Isabel Graysmark” (Alicia Vikander), están ansiosos por procrear varios hijos con quien compartir su pequeño pedazo de tierra, pero sus sueños acaban en dolor y lágrimas tras dos abortos naturales. Si alguien necesitaba un recordatorio de por qué Vikander es una de las actrices más prominentes de su generación, solo tiene que ver la manera como ella expresa la impotente desesperación del segundo aborto de su personaje. Es una escena devastadora, que siembra las razones para el resto del argumento.

Si de algo peca el tratamiento de Cianfrance durante este primer acto es en la ligereza con la que captura el idilio entre la pareja protagónica, en su mayoría a través del montaje de escenas editadas al ritmo de la melódica banda sonora de Alexandre Desplat. Todo luce espléndido, desde los propios actores hasta la pintoresca cinematografía de Adam Akapaw, mas poco logran estas virtudes para convencer al público de la fortaleza del romance entre “Tom” e “Isabel”, afectando la credulidad de algunas decisiones tomadas por ambos más adelante.

El grueso de la historia arranca cuando ambos encuentran un pequeño bote cerca de la playa, y dentro de él el cadáver de un hombre junto a una bebé llorando. Mientras al principio “Tom” cree que lo correcto es informar a las autoridades, la pena y el amor lo hacen escuchar las plegarias de “Isabel” de que se queden con la niña, creyéndola huérfana de padre y madre. Los años pasan y la pareja presentan a la niña a su comunidad como si fuera de ellos, pero eventualmente la verdad sale a flote y el poder destructivo de la mentira desconcierta a todos los involucrados.

Mientras el trabajo de Vikander y Fassbender es de primera –aun cuando ya es hora de que este último abandone los papeles de “hombre atormentado”-, mención aparte merecen Rachel Weisz como la madre natural de la pequeña, así como la niña en sí, interpretada por Florence Clery. El personaje de Weisz parece haberse limitado en el proceso de adaptación, pero la veterana actriz consigue sobresalir como un alma en pena en un filme donde estas abundan. Del mismo modo, Clery es tan adorable como conmovedora en sus pequeñas aportaciones a la cinta, y posee un don especial para exprimir lágrimas.

El desenlace de The Light Between Oceans se nutre de varias de esas conveniencias que suelen aparecer en la historia cuando se acerca el fin y es hora de avanzar corriendo hacia él, forzando situaciones que carecen de naturalidad y perdiendo un poco de peso a su impacto emocional con la inclusión de un epílogo que se siente fuera de lugar. Sin embargo, para ese punto el desempeño de los actores ha logrado tanto por el filme que estas faltas no hacen mella en el recuerdo que se lleva uno de la sala.