En los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, un pelotón de soldados con poco entrenamiento militar pero gran conocimiento artístico, fue asignado a rescatar las obras de arte que Adolfo Hitler y los nazis habían robado por toda Europa -con las que pensaba adornar un inmenso museo en Austria- para devolvérselas a sus respectivos dueños. Esta interesantísima historia verídica -muy poco conocida por buena parte del público- pudo haber servido como una tremenda alternativa a la típica película de este periodo que suele concentrarse en el holocausto.

Entonces, ¿por qué no lo es?

No es que The Monuments Men –filme basado en el libro homónimo de Robert M. Edsel- sea malo, sino que tomando en cuenta el tema que aborda y –sobre todo- el talento delante y detrás de las cámaras, se esperaba mucho más de él. Como llega mañana a las salas de cine, no es más que una pasable distracción que invita a buscar más información acerca de los hechos que dramatiza (ya sea leyendo el texto original o deseando que se realice un documental al respecto) y que aparenta haberse tomado varias libertades artísticas que no resultan en una mejor película.

Bajo la dirección de George Clooney, el largometraje sufre de un problema tonal del que nunca logra sacudir. Por un lado parece ser una producción sacada del cine estadounidense postguerra que exaltaba el valor de sus soldados y pintaba explícitamente a grandes trazos la moraleja de la historia. Por el otro, Clooney persigue el estilo característico del filme de atraco –canalizando a Ocean’s Eleven- con una atmósfera más liviana que es subrayada por la frívola y constantemente invasiva banda sonora de Alexandre Desplat, siempre presente para dictar las emociones que las escenas desean transmitir.

Esta fallida fusión no permite que tomemos la película en serio, menos cuando de una escena a otra pasa, de ser algo sacado de un episodio de la serie Hogan’s Heroes, a una pieza más seria acerca de los sacrificios de la guerra y el valor del arte con respecto a la vida humana, cuestionamientos que el guión de Clooney y Grant Heslov postulan, pero que responden con absoluta superficialidad. La discrepancia tonal se extiende hasta en el pareo de los miembros del elenco, con Bill Murray y Bob Balaban formando un dúo que debería ser comiquísimo pero que carece de pulso.

Estructuralmente, el filme funciona intermitentemente gracias a un elenco privilegiado con el talento de Matt Damon, Cate Blanchett, John Goodman, Murray,Balaban, Jean Dujardin y el propio Clooney, actores que nos gusta ver en pantalla aun cuando sus personajes estén pobremente desarrollados. Todos logran desempeñarse de manera aceptable, aunque el material no represente reto alguno para sus habilidades, y eso se nota a leguas en pantalla.

Usted probablemente no lamentará haber visto The Monuments Men, pero tampoco creo que la vaya a retener por mucho tiempo en su memoria. Es el tipo de película que uno observa pacientemente esperando porque "tire el segundo cambio", pero cuando se mira el reloj se descubre que ya va por la mitad y no queda de otra sino aceptar con resignación que esto es lo que hay y no va a mejorar.