Para aquellos que encontraron August: Osage County demasiado sombría y deprimente, hoy llega a los cines la versión liviana y sacarina This is Where I Leave You, del director Shawn Levy. El argumento de ambas películas es prácticamente el mismo, partiendo de la forzosa reunión de los miembros de una familia disfuncional tras la muerte del patriarca, mas esto no es lo único que tienen en común. Las dos exhiben el desaprovechamiento de un experimentado elenco que se ve obligado a dar la milla extra para sacar a flote la producción y ocultar sus faltas, que en este caso se concentran en un guión tan indeciso entre provocar carcajadas o exprimir lágrimas que al final solo cumple a medias con ambos objetivos.

Las risas son mayormente merecidas, tarea no del todo difícil cuando el numeroso reparto incluye el talento de Jason Bateman, Tina Fey y Adam Driver, tres de los cuatro hermanos “Altman” –Corey Stoll completa el cuarteto- que regresan al hogar donde se criaron para cumplir con la tradición judía del “shiva”, en la que los familiares cercanos del difunto se sientan durante siete días y reciben a las personas que vienen a rendirle tributo, esto a pesar de que el padre de los “Altman” no era practicante. Los cuatro lo hacen a regañadientes bajo el mandato de su madre, interpretada por Jane Fonda como una extrovertida psicoanalista que se hizo famosa tras revelar todos los secretos de sus hijos en un libro, algo que todavía resienten.

Bateman figura como el protagonista “Judd Altman”, un asistente de producción de un programa radial mañanero que un día llega antes de tiempo a su apartamento y encuentra a su esposa teniendo sexo con el DJ ultra machista para el que trabaja. Cuando su hermana “Wendy” (Fey) lo llama para informarle de la muerte de su padre, “Judd” aprovecha la situación para refugiarse emocionalmente. Bateman asume el papel con suma facilidad, y no es para menos. El comediante ha tenido años de experiencia con roles similares, principalmente en la serie Arrested Development donde también interpretó al hijo más racional de un clan disfuncional, por lo que no le queda más remedio que ser quien mantiene bajo control las respectivas neurosis de sus familiares.

El resto de los “Altman” vienen cortados por la misma tijera arquetípica por el guionista Jonathan Tropper, en cuya novela homónima se basa el filme. Está el hermano mayor y compulsivamente controlador (Stoll); la hermana traviesa e instigadora que atraviesa su propia crisis matrimonial (Fey); el manganzón hermano menor y la oveja negra de la familia, atrapado en un perpetuo estado de adolescencia (Driver); y la madre extremadamente franca (Fonda) que la cinta solo utiliza para ser blanco de chistes burdos que incluyen su nuevo busto “doble D” o el legendario tamaño del pene de su difunto esposo.

Si por un lado el largometraje va en busca de esas risas obvias, típicas de las comedias picantes, por el otro aspira a provocar sentimientos característicos de los dramas familiares más íntimos que giran en torno a la muerte, y es aquí donde tropieza. La diferencia tonal entre los chistes vulgares y las escenas que apuntan al corazón nunca cuajan debidamente, resultando en una disonancia que solo es subsanada por la agradable presencia de los actores, especialmente los que no cuentan con tanto tiempo en pantalla, como Driver –con la habitual inmadurez que manifiesta en la serie Girls- y Kathryn Hahn, como la cuñada de “Judd” que no logra caer en cinta.

Tropper también falla al introducir un innecesario hilo romántico que involucra a una desperdiciada Rose Byrne como interés amoroso de Bateman. Aun cuando ambos son encantadores juntos, la subtrama se siente sacada de otra película igualmente insustancial, inofensiva y predecible como esta. Afortunadamente, la comedia llega al rescate de la banal introspección, haciendo de This is Where I Leave You una menuda distracción en medio de una floja temporada de estrenos que nos exige seamos conformes.