El terror y la pena laten al unísono en cada minuto de la escalofriante Don’t Look Now, una de las grandes obras del director británico Nicolas Roeg (Walkabout, The Man Who Fell to Earth) que evidencia -quizá mejor que ninguna otra en su filmografía- su increíble dominio de la composición visual, el montaje y el lenguaje cinematográfico. Roeg toma un cuento de la autora Daphne du Maurier y convierte lo que en otras manos pudo haber sido un thriller convencional en una tenebrosa reflexión acerca de las cicatrices que dejan atrás los traumas y el efecto relativo que el paso tiempo opera sobre ellas, ya sea para sanarlas o para volverlas a abrir.

Desde la estupenda secuencia inicial, en la que el matrimonio compuesto por “John” (Donald Sutherland) y “Laura” (Julie Christie) pierde a su hija cuando esta se ahoga en un estanque en el patio de su residencia, Roeg comienza a jugar con patrones, colores, objetos y otros referentes visuales, técnica que será recurrente a lo largo del filme a modo de leitmotiv. Imágenes del presente -mientras la pareja trata de lidiar con la tragedia en Venecia- evocarán directamente al pasado. Otras servirán de tenebrosos presagios de los espantos que se avecinan, pero no será hasta la famosa e impactante escena final que Roeg nos permitirá apartarnos lo suficiente de la mesa como para observar el macro del brillante rompecabezas que ha construido meticulosamente.

Don’t Look Now no es el tipo de filme impulsado por la trama –una bastante simple una vez se conoce el misterio- sino por la inquietante atmósfera que Roeg establece en conjunto con sus protagonistas. Lo primero que hace es removerle a Venecia todo su encanto como un lugar romántico y mágico. La antigua ciudad inundada parece estar tan ahogada en pena como los personajes principales, quienes enfrentan su pérdida de maneras distintas. “John” se sumerge en su trabajo restaurando una vieja iglesia, pero “Laura” aún está muy deprimida por la muerte de su niña, haciéndola todavía más susceptible a las palabras de una señora ciega que asegura ser psíquica y comienza a transmitirle mensajes de su hija desde el más allá.

La película fusiona lo real con surreal con absoluta maestría y lo que al principio parece insólito, rápidamente crea en “John” –y por ende, en el espectador- una curiosidad que lo obliga a investigar una serie de muertes extrañas y a perseguir apariciones de una diminuta figura ataviada con un impermeable rojo similar al que tenía su hija al momento de morir. Tanto “Laura” como “John” se adjudican parte de la culpa por lo que ocurrió, pero las imágenes y recuerdos que el transcurso del tiempo ejerce en sus respectivos cargos de consciencia provoca reacciones distintas. Mientras ella busca el perdón, él se ve cada vez más consumido por el remordimiento, haciendo que momentos de ternura, como la íntima y genuina escena sexual entre ambos –una de las más famosas en la historia del cine-, resulten aun más tristes por tratarse de los pocos en los que encuentran juntos el sosiego.

La mencionada escena de sexo –que dicen las leyendas cinematográficas no fue fingida sino real, aunque Sutherland dice que no fue así- es un perfecto ejemplo de cómo Roeg tomaba la narrativa lineal y formularia y la transformaba en una danza entre dos tiempos, intercalando tiros de la pareja desnuda en la cama con otros de ella vistiéndose post coito. Steven Soderbergh, en cuyo canon se puede apreciar la influencia de Roeg (vean la secuencia de sueño de King of the Hill o la edición a destiempo de The Limey) ha declarado abiertamente que imitó al cineasta británico cuando le tocó filmar la sensual escena entre Jennifer López y George Clooney en Out of Sight. Pero Roeg sigue siendo Roeg, y aunque Soderbergh es quién mejor ha asimilado su estilo, aún no es tan bueno como el original.

Si nunca han visto Don’t Look Now, es hora de enmendar ese error.

El disco

Don’t Look Now se ve estupenda en alta definición. La copia luce limpia y con una notable presencia del grano del celuloide, los colores están bien balanceados y saturados, y el nivel de contraste está perfectamente calibrado. El disco contiene solo una pista de audio, en inglés LPCM 1.0, que se escucha claramente y le provee suficiente amplitud a la memorable banda sonora de Pino Donaggio.

Los extras son cuantiosos y abarcadores, aunque la mayoría fueron traídos de pasadas ediciones del filme en formatos caseros. Don’t Look Now, Looking Back es un “featurette” en el que el director habla acerca de la producción de la película con la ayuda del editor Graeme Clifford, quien es el foco de una extensa entrevista realizada por el escritor Bobbie O’Steen en otro de los suplementos que se incluyen en el disco.

En Something Interesting, Christie, Sutherland, el cinematógrafo Anthony Richmond y el coescritor Allan Scott ofrecen sus impresiones acerca del largometraje y ofrecen detalles acerca de su contribución al mismo. Death in Venice es una entrevista de 18 minutos con el compositor Donaggio en la que recuerda cómo se envolvió en el proyecto a la vez que explica cómo nació la música de Don’t Look Now.

Los directores Danny Boyle y Steven Soderbergh discuten por separado el estilo de Roeg en el segmento Nicolas Roeg: The Enigma of Film. Ambos cineastas señalan a Roeg como una de sus mayores influencias y ofrecen ejemplos de cómo han introducido lo aprendido en sus respectivas películas.

Por último, tenemos un Q&A con Roeg conducido por el escritor cinematográfico Paul Ryan y filmado en Londres en el 2003, el tráiler de la cinta y un panfleto ilustrado que incluye un ensayo escrito por el crítico David Thompson.