“Y se dice que la princesa descendió al reino de su padre y que ahí reinó con justicia y bondad por muchos siglos”.

La anterior es la penúltima frase que se escucha en El laberinto del fauno, pero fácilmente pudo serlo de cualquiera de la infinidad de cuentos de hadas que se han escrito –y aún quedan por escribir- desde que el ser humano halló la manera de subsanar la crudeza de la realidad a través de la fantasía.

Guillermo del Toro es un ferviente amante del arte de contar historias, y no solamente en el séptimo arte. Aunque el cine es el medio donde mejor se evidencia su afinidad por los mitos y leyendas, el director mexicano aprovecha cada oportunidad que tiene para hablar públicamente acerca de esta pasión que lo ha cautivado desde la infancia, cuando desarrolló una atracción por los monstruos que ahora él miso imagina, dibuja y eventualmente plasma en pantalla con mayor ímpetu que ningún otro cineasta contemporáneo. Sentarse a ver una de sus películas es aceptar entrar en su cabeza por alrededor de dos horas y dejarse llevar por las imágenes que, en cierta forma, continúan partiendo de la cándida perspectiva de un niño mientras asimila los horrores del mundo.

Así lo ha sido desde su ópera prima, Cronos (1993), en la relación entre el viejo vampiro y su nieta, al igual que en Mimic (1997), con el niño de las cucharas, y en El espinazo del diablo (2001), con los fantasmales inquilinos del orfanato. Sin embargo, no fue hasta hace una década, con el estreno de El laberinto del fauno, que Del Toro se estableció globalmente como una de las voces más singulares del cine al retomar la guerra civil española como escenario para su cuento de hadas acerca de una princesa extraviada en el mundo de los humanos y el fauno que la ayudó a regresar a su reino subterráneo.

Ivana Baquero es “Ofelia”, una niña huérfana de padre, que se muda junto a su madre a un molino en los bosques españoles para esperar la llegada de su medio hermano, fruto del matrimonio entre su mamá y el capitán “Vidal” (Sergi López), líder dentro de las fuerzas fascistas de Franco. “Ofelia” vive perdida en sus libros de fantasía, utilizándolos como forma de escape a la funesta realidad que la rodea, con grupos rebeldes atacando al ejército y muriendo en masa a manos de este. Es así como se topa con el mítico fauno que le revela su ascendencia real y le traza una serie de pruebas que debe sobrepasar para  retornar a su verdadera familia.

Del Toro se ganó inmediatamente el apoyo de los cinéfilos, no solo por la fascinante narrativa que desarrolla, sino también por su preferencia por los efectos especiales prácticos por encima de los digitales, incluso cuando el presupuesto disponible le viabilizará la ruta más fácil de las computadoras. El disfraz del fauno, interpretado por Doug Jones, es una obra de arte en sí misma, dándole un toque fantástico a un argumento sembrado en tristeza de un pueblo, con su propio lobo feroz y monstruos tanto irreales como de carne y hueso.

Algunos dirán que Del Toro no ha logrado superar El laberinto del fauno en sus trabajos subsiguientes, como Pacific Rim o Crimson Peak, películas que han ampliado la brecha entre sus admiradores y detractores. Pero aunque usted pueda encontrar deficiencias en el andamiaje de sus obras, la falta de autenticidad no será una de ellas. Su huella está en cada pedacito de la pantalla e invita a aventurarse a lugares que pocos exploran actualmente en el cine.

El disco

El laberinto del fauno luce excelente en su nuevo Blu-ray, que cuenta con una transferencia en 1080p en formato 1.85:1. La imagen es más vibrante que la del disco original de Warner Bros., con colores que resaltan en la pantalla, y un mejor contraste en las escenas nocturnas. El nivel de detalle también es notablemente superior. El audio no se queda atrás, con una dinámica pista en español codificada en 5.1 DTS-HD Master Audio que hace estupendo uso de todos los canales.

La copiosa selección extras se nutre del lanzamiento original del filme en Blu-ray y nuevos suplementos hechos por Criterion. De estos sobresale una conversación de media hora entre Del Toro y la autora de cuentos Cornelia Funke y una entrevista con Doug Jones en la que habla acerca del proceso de actuar debajo de los dos disfraces que utiliza en la película. El disco también incluye cuatro documentales cortos acerca de la filmación, la audición de Ivana Baquero, una pista de comentario con el director y una galería de su propia libreta de dibujo, donde nació El laberinto del fauno.