Cuando Terry Gilliam decidió dirigir el guión de The Fisher King, escrito por Richard LaGravenese, lo hizo porque andaba en busca de un proyecto más sencillo, sin los extravagantes efectos especiales de sus últimas dos películas, Brazil y The Adventures of Baron Munchausen. Sin embargo, aunque el filme se desarrolla en un ambiente muchísimo más común –Manhattan, a principios de los 90-, el director británico es incapaz de suprimir por completo su impulso de introducir imágenes que parecen sacadas de otro mundo.

La trama arranca con la muerte profesional de “Jack Lucas” (Jeff Bridges), un controvertible DJ cuyos comentarios al aire inspiraron a uno de sus oyentes regulares a disparar a mansalva dentro de un establecimiento de Nueva York, matando a varias personas. Años más tarde, “Jack” se encuentra tocando fondo –aunque no menos soberbio- trabajando en un vídeo club, cuando una noche conoce a “Parry” (Robin Williams), un trastornado vagabundo que jura que el Grial Sagrado se encuentra escondido en el apartamento de un multimillonario en la Gran Manzana. Cuando el ex DJ descubre que la esposa de “Parry” fue una de las víctimas del atentado que él en parte inspiró, se siente responsable por la locura que agobia a su nuevo amigo, por lo que se convierte en su Cyrano de Bergerac ayudándolo a conquistar a la mujer de la que está secretamente enamorado, interpretada por Amanda Plummer. Lo que procede es una extraña aventura por los recovecos de Manhattan que aborda las realidades de los desamparados y las enfermedades mentales desde la singular mirada de Gilliam.

La relación que nace entre “Jack” y “Parry” conforman el corazón del libreto de LaGravenese, uno que late gracias a las estupendas actuaciones de Bridges y Williams. Bridges -un actor que rara vez resulta desagradable- se baña en arrogancia para encarnar su papel, mas deja ver un poco de su humanismo a través de sus acciones, lo suficiente como para no enajenar al público. Williams, por su parte, es sencillamente magistral. Su trabajo aquí fue uno de sus mayores logros artísticos, un perfecto ejemplo de cómo era un maestro capaz de hacer reír y llorar en la misma escena. El hecho de que su trágica muerte haya surgido a raíz de su lucha contra la depresión, le añade retrospectivamente un agridulce matiz a su interpretación de “Parry”, quien padece de la misma condición.

Dentro del canon de Gilliam, The Fisher King no es el primer filme que salta a la mente cuando se piensa en su obra. No es tan fantástico ni extraño como su trabajos más emblemáticos, ni tampoco cuenta con el enfoque de sus mejores guiones. En el segundo acto, particularmente, LaGravenese deriva mucho entre todas las ideas que desea desarrollar, entorpeciendo el ritmo de la trama. Sin embargo, la historia de “Jack”, “Parry” y su romántica odisea urbana no deja de ser un surreal escape y melancólico escape hacia la fantasía, algo que a veces figura como el único sosiego a la locura.


El disco

The Fisher King luce excelente en esta nueva edición de Criterion, presentada en su formato original 1.78:1 en resolución 1080p. El detalle y la claridad de la imagen son estupendos de principio a fin al igual que la saturación de colores –muy natural- y el nivel de contraste. El audio goza de la misma nitidez, claramente apreciada en las pista en inglés DTS-HD Master Audio 5.1.

En términos de extras, el disco está colmado de ellos. Entre el material nuevo producido para este lanzamiento, sobresalen los documentales The Fool and the Wounded King y The Real and the Fantastical, en los que Gilliam, Bridges, Plummer y otros miembros de la producción hablan acerca de The Fisher King a la vez que abordan la lamentable muerte de Williams el año pasado.

Las entrevistas continúan en Jeff and Jack, donde Bridges rememora acerca de su entrenamiento histriónico con Stephen Bridgewater, quien le enseñó cómo comportarse como un DJ. Robin’s Tale es un segmento completamente dedicado a Williams en el que el actor habla acerca de sus primeras impresiones con el libreto y su colaboración con Gilliam. La entrevista fue grabada en el 2006.

The Tale of the Red Knight arroja nueva luz sobre la creación de uno de los personajes más icónicos del largometraje y los problemas que este dio a nivel técnico. Mientras, Jeff’s Tale, Bridges comparte varias de las fotografías que acostumbra a tomar en los sets de las películas, concentrándose en aquellas que tomó durante la filmación de The Fisher King.

Por último, tenemos seis escenas editadas elegidas por el propio Gilliam; una pista de comentario con el director grabada para Criterion en 1991; cinco tráilers y un panfleto ilustrado con un ensayo escrito por el crítico Bilge Ebiri.