La trágica muerte del actor Paul Walker el pasado sábado en Los Ángeles representa una gran pérdida para sus familiares, amigos y fanáticos, a la vez que coloca al estudio Universal Pictures en la incómoda posición de decidir qué hacer con la ultra exitosa franquicia cinematográfica de Fast & Furious, sin uno de sus personajes principales, y en medio de la producción de la séptima película.

Cancelarla definitivamente no es una opción, no solo por los cientos de millones de dólares invertidos y los que generarían las futuras secuelas para la compañía, sino porque el propio Walker era tan fanático de la serie que –podríamos especular- el actor de 40 años hubiera querido que continuara sin él. La gran incógnita es “¿cómo?”.

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La filmación de Fast & Furious 7 inició en septiembre y, luego de un receso de Acción de Gracias, estaba pautada para continuar esta semana en Atlanta para después moverse en enero a Abu Dhabi y rodar escenas adicionales, por lo que se calcula que cerca de la mitad del largometraje ya se había filmado. El pasado domingo el equipo de producción de la cinta –entre ellos el director James Wan- se reunió vía telefónica con representantes del estudio para comenzar a discutir cómo resolverán la situación.

Las opciones lógicas incluyen empezar desde cero, con una historia que no incluya al personaje de “Brian O’Conner” (Walker) quien en Fast & Furious 6 terminó de regreso en su natal Los Ángeles junto a su novia e hijo recién nacido tras ser absuelto de los crímenes por los cuales él y su equipo eran perseguidos por la ley. De querer salvar el material filmado, las cosas se tornan más difíciles, pues habría que salir del personaje de alguna forma que tenga sentido sin que se afecte la trama. Matarlo también representa un problema, pues podría ser visto de mal gusto, más cuando Walker falleció en un auto deportivo como los que figuran en la serie. Al momento, lo único que está claro es que el estreno del filme, que estaba pautado para el 11 de junio de 2014, ha sido pospuesto indefinidamente.

Walker se suma a la corta lista de actores que han fallecido en medio de la producción de una película. Veamos quiénes han sido otros y cómo lidiaron con sus muertes en la pantalla grande.

Heath Ledger

Uno de los casos más recientes fue el de Heath Ledger, quien falleció en enero de 2008 de una sobredosis accidental de medicamentos mientras se encontraba trabajando en la cinta The Imaginarium of Doctor Parnassus, del director Terry Gilliam. Tras detener la filmación por varias semanas, al final se decidió que Colin Farrell, Jude Law y Johnny Depp interpretaran distintas versiones del personaje de Ledger, lo cual concordaba con la naturaleza fantástica de la historia. Farrell, Law y Depp donaron todas sus ganancias del filme a la hija de Ledger, Matilda.

Oliver Reed

El actor británico Oliver Reed falleció de un ataque cardiaco mientras filmaba la cinta Gladiator, del cineasta Ridley Scott. Reed había grabado la mayoría de sus escenas, por lo que se usaron tomas alternas de estas en combinación con efectos digitales para completar su participación en la película.

Brandon Lee

El hijo del legendario experto en artes marciales, Bruce Lee, murió el 31 de marzo de 1993 filmando una escena de The Crow en la que su personaje recibía un disparo. Las balas de salva que se usaron contenían un pedazo de plomo que impactó al actor en el abdomen. El director Alex Proyas usó a un doble y efectos digitales para terminar la cinta.

Bruce Lee

Dos décadas antes de la muerte de su hijo, Bruce Lee falleció en 1973 mientras se encontraba rodando lo que sería su último largometraje, Game of Death. Una versión incompleta del filme fue estrenada ese año. Cinco años después, salió otra versión con escenas adicionales, pero ninguna fue tan exitosa como las producciones previas del artista marcial. 

Natalie Wood

La intérprete de “María” en el clásico West Side Story murió ahogada el 29 de noviembre de 1981 mientras se encontraba en un yate junto a su esposo Robert Wagner y el actor Christopher Walken, su coprotagonista en el filme Brainstorm, que se encontraba rodando al momento de su muerte.  Como su participación en la cinta ya estaba casi completada, el director Douglas Trumbull hizo ajustes en la edición para estrenarla en 1983, cuando no fue bien recibida por el público ni la crítica.

Marilyn Monroe

La icónica rubia de la época dorada de Hollywood falleció de una sobredosis en agosto de 1962 mientras trabajaba en la comedia Something’s Gotta Give. La película nunca fue terminada, pero algunas de sus escenas fueron incluidas en el documental de 2001 Marilyn: The Final Days.

John Candy

El comediante canadiense murió de un ataque cardiaco en 1994 mientras dormía en su tráiler en el set de Wagons East, justo en el día que filmó su última escena. Sin embargo, la producción tuvo que recurrir a un doble, efectos especiales y un actor con una voz similar a la de Candy en la etapa de posproducción para finalizar la cinta.