A primera vista, la más reciente cinta de Disney-Pixar, Coco, suena como la película de Fox de 2014 The Book of Life. Ambas son largometrajes animados empapados de la estética y costumbres del Día de los Muertos, la tradición mexicana de crear elaborados altares, calaveras pintadas y caminos de caléndulas para recibir a los espíritus de los seres queridos fallecidos en una visita temporal al mundo de los vivos. Y ambas se enfocan en un niño que se arriesga a decepcionar a su familia para perseguir sus sueños musicales.

Parecía un terreno conocido, así que me resultó completamente inesperado verme transportada a un mundo fabulosamente colorido, ligeramente psicodélico y completamente mágico, totalmente envuelta por una historia de familias conectadas por generaciones que sorprendieron con lágrimas a mis mejillas.

Pixar siempre ha tenido madera para tocar el corazón de los adultos mientras deleita a los espectadores más jóvenes con personajes buenos e imágenes deslumbrantes. Esos elementos también están presentes en este trabajo, pero ninguna película animada desde Up había escarbado tan profundo en la red de relaciones que se tejen en el camino a la vejez, ni Pixar había visto tan de cerca una tradición cultural específica.

El resultado es una experiencia rica para cualquier público: una historia sobre familia y cultura, muerte y trascendencia, combinada con vibrante música latina e inundada en los brillantes colores y resplandecientes diseños por los que Disney y Pixar son conocidos.

Coco se centra en “Miguel” (cuya voz hace el debutante Anthony González), un chico de 12 años con corazón de músico nacido en el seno de una familia de zapateros que ha prohibido la música por generaciones. Su tatarabuelo fue un guitarrista que dejó a su tatarabuela criando sola a su hija, “Coco”, y “los Rivera” desde entonces prohibieron todo tipo de música.

Para el momento en que llega “Miguel”, “Coco” es la vieja matriarca de la familia: una colección de arrugas en un rostro amable que pasa el día sentada en silencio en su habitación. “Miguel” se siente desconectado de su historia familiar y resentido porque le prohíben ser como su ídolo, “Ernesto de la Cruz” (Benjamin Bratt), el músico más adorado de México.

Mientras la familia de “Miguel” se prepara para la celebración del Día de los Muertos, el joven sale desafiante a perseguir su sueño.

Con Coco, el director Lee Unkrich (Toy Story 3) y el guionista y codirector Adrián Molina han creado un cuento eterno y hermoso clásico de Pixar: juguetón, ingenioso y profundo. 

La animación es excepcional: elementos parecen absolutamente reales. 

Se trata, pues, de una visión emocionante y feliz, una celebración de la vida y la encantadora tradición del Día de los Muertos.