Nuev York. - No es una exageración decir que Leonard Nimoy era perfecto para el papel que definió su carrera. Su cuerpo delgado, casi sepulcral, parecía de otro mundo. Su rostro, alargado y solemne, reflejaba una sabiduría que emanaba de lo profundo.

Una seguridad calma, devoción a la lógica fría, alguien que ignoraba lo innecesario  ése era el señor Spock, el hijo de padre vulcano y madre humana que Nimoy interpretó tan indeleblemente en "Star Trek". Parecía ser algo natural para él. El mensaje de Nimoy y su personaje: Todo es posible, o al menos vale la pena intentarlo. Dedícate y ten confianza.

Ese fue el mensaje que Nimoy dejó con su muerte el viernes a los 83 años de edad.

En su encarnación original, "Star Trek" batalló baja audiencia y fue cancelada después de apenas tres temporadas, pero para entonces, Spock se había arraigado firmemente en la cultura, en gran parte gracias a Nimoy. Para él, el papel de Spock siguió siendo la línea común a través de una carrera variada, una fuerza guía como lo fue para millones de fanáticos del personaje.

Nimoy no sólo era perfecto para la tarea en Star Trek, sino que el momento en que llegó al personaje no pudo ser más oportuno. El mundo, sin saberlo, estaba esperando por Spock.

Spock representaba un contraste profundo con la era en la que nació  no el siglo XXIII, cuando se desarrollaba la trama, sino 1966, cuando debutó la serie.

Era un tiempo de intensas emociones, grandes sueños e indignación pura. Mucha gente de aquellos días se inspiró en la emotividad de la sociedad. Spock contrastó con los llamados a revolución, participación o alienación. Spock estaba completamente involucrado, pero nunca abandonó el autocontrol.

Spock, como Star Trek, nació en una era antes que "moderno" se volviese una palabra vieja. Cuando el futuro parecía ilimitado en sus ofertas. Entonces, la gente aún respetaba la ciencia, debido entre otras cosas a cómo estaba colocando héroes estadounidenses en el espacio. (La serie concluyó apenas seis semanas después de la primera caminata lunar).

Pero muy pronto, la ciencia se volvería algo sospechoso, vista crecientemente como un agente de destrucción, no de progreso.

Casi cinco decenios más tarde, las computadoras están en todas las casas. Las emociones andan caldeadas en estos días, mientras que la ciencia, en algunos sectores, es vista no como producto de la razón sino como farsa o propaganda.