La astucia con la que Marvel ha construido su propio universo cinematográfico durante los pasados ocho años debería ser más que evidente para cualquier persona que vaya a ver Captain America: Civil War este fin de semana, si es que ya no lo era antes de entrar a la sala. Mientras estudios rivales han tropezado -e incluso fracasado- en su intento por emular su gesta, esta nueva película es la más reciente prueba de que estos atesorados personajes de los cómics no solo están en buenas manos, sino en manos que los quieren, los conocen y que disfrutan de adaptar sus hazañas a la pantalla grande para el deleite de un público que ha aprendido a identificar el logo de Marvel como sinónimo de un muy buen rato en el cine.

Hay suficiente diversión en este filme como para nutrir al menos tres producciones, nada extraño cuando se toma en cuenta que este largometraje funciona como la conclusión de varios hilos narrativos que se han estado desarrollando en entregas anteriores, a la vez que abre las puertas a futuras aventuras lideradas por otros superhéroes. Mitad Captain America 3, mitad Avengers 2.5, Civil War toma la idea detrás del conflicto que propulsó uno de los arcos más emblemáticos de las historietas y lo adapta a las circunstancias que han figurado en su reflejo fílmico. Aquellos puristas que vayan ingenuamente en busca de una adaptación directa podrían sentirse frustrados con la manera como ha sido trasplantada la historia de un medio a otro, pero la esencia de la pugna que divide a estos poderosos aliados en bandos opuestos está presente en el guión de Christopher Markus y Stephen McFeely, y dignamente trabajada.

El libreto parte de la premisa que el espectador está al corriente de lo que ha acontecido en este universo, por lo que gran parte del trabajo de trasfondo ya ha sido realizado y permite entrar de lleno a la trama de esta entrega. Contrario otro reciente choque entre famosos superhéroes, el que guía el argumento de Civil War se sostiene de motivos claros y racionales, anclados de emociones que provocan empatía y permiten comprender ambos lados de la disputa. Las semillas de esta han sido sembradas previamente en The Avengers, Captain America: The Winter Soldier y Avengers: Age of Ultron, con el equipo de superhéroes siendo objeto de aclamo por las vidas que han salvado, pero también de duras críticas por las que no.

Las potencias mundiales han decidido que ya los cataclismos han sido suficientes y que los Avengers tienen que responder a una entidad que rija sus acciones, cavando una brecha entre “Captain America” (Chris Evans), quien no ve con buenos ojos el que sus compañeros tengan que responder a los caprichos de ningún gobierno, y “Tony Stark” (Robert Downey Jr.), cuyo cargo de conciencia lo lleva a aceptar el ultimátum. Este antagonismo se hace aún más profundo cuando “Captain America” se va en busca de su viejo amigo convertido en enemigo, el “Winter Soldier” (Sebastian Stan), para probar su inocencia tras ser vinculado a un acto terrorista.

El conflicto no solo fuerza al resto de los superhéroes a posicionarse detrás de uno de los dos líderes, sino que introduce dos nuevos justicieros a este universo: “Black Panther” y “Spider-Man”. Ambos llegan libres de historia de origen y como personajes completos, y cabe hacer hincapié en lo bienvenida que resulta esta decisión. Chadwick Boseman, como “Black Panther”, se arma de su carisma natural para darse a conocer y dejar una buena impresión con un papel que desarrollará más a fondo en su propia película el año entrante. Mientras, el joven Tom Holland, como “Spider-Man”, es sencillamente la mejor versión del arácnido superhéroe que se ha visto en pantalla. Finalmente interpretado por un genuino adolescente, su “Spider-Man” posee su particular ingenuidad, capacidad de asombro y contagioso sentido del humor en un nuevo y mejorado empaque que por sí solo casi se roba la película.

Ambos figuran prominente en las estupendas secuencias de acción que los hermanos Anthony y Joe Russo dirigen con la coherencia visual como norte y la variedad como su arma secreta. Desde la excitante persecución a pie que provee la primera inyección de adrenalina hasta la última pelea mano a mano en la que las emociones golpean tan duro como los puños, los Russo no paran de satisfacer en este departamento y sin necesidad de repetirse. La batalla culminante entre ambos bandos está compuesta de imágenes extraídas de los sueños húmedos de los fanáticos, que si bien se ve limitada por su escenario –un ordinario aeropuerto- compensa esta falta de imaginación con un ingenio coreográfico que aprovecha los respectivos poderes de cada personaje para proveer combos de ataques que jamás dejan de entretener. En lugar de ver a estos personajes luchando contra villanos desechables –como ha sido la norma hasta ahora- los vemos peleando entre sí, y el hecho de que podamos identificarnos con ambos puntos de vista viabiliza el disfrute independientemente de quiénes ganen.

Y hablando de villanos, Civil War contiene uno que –aunque lejos de ser verdaderamente memorable- al menos tiene motivos legítimos para odiar a los Avengers, y esto lo hace automáticamente más interesante que la mayoría que hemos visto hasta ahora. Su interpretación está a cargo de Daniel Brühl como “Zemo”, un hombre ordinario con un plan maquiavélico para triunfar donde otros han fracasado. Al igual que el resto de sus compañeros de reparto, Brühl no cuenta con muchísimo tiempo en pantalla, pero eso es de esperarse cuando el elenco se compone de más de una docena de actores. Sin embargo, todos reciben su oportunidad para brillar en pantalla, ya sea a través de la acción, el drama o el humor.

Razones hay de sobra para declarar a  Captain America: Civil War como EL choque de superhéroes del año. La temporada de cine veraniego no podría arrancar de mejor manera que con un blockbuster que invita a regresar a la sala para repetir la experiencia y gozar del escapismo y diversión que abunda en él. Despachar esta sólida dosis de entretenimiento como pura frivolidad –o, como diría un “prócer” cinematográfico mexicano, “genocidio cultural”- sería restarle crédito a lo que Marvel ha logrado con esta serie de películas interconectadas que se apoyan mutuamente de sus respectivas fortalezas con miras coincidir en eventos como el que aquí se presenta. Si fuera tan fácil, todos lo estarían haciendo con la misma eficiencia.