El sueño de los realizadores puertorriqueños de ganar un premio Óscar podría seguir siendo una ilusión tras la decisión de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos de excluir a Puerto Rico de la categoría de mejor película en lengua extranjera.

Después de una revisión a su reglamento –realizada el año pasado–, el comité ejecutivo de la Academia decidió que, debido a la situación política de Puerto Rico como colonia o territorio de Estados Unidos, las producciones boricuas competirán con los proyectos estadounidenses en las demás categorías.

En la página oficial de la entidad privada se establece que en este renglón participarán películas filmadas fuera de Estados Unidos y en las que predomine otro idioma distinto al inglés.

Aunque las películas boricuas se realizan en otro idioma, el español, la organización se sostiene en que el hecho de que los realizadores locales son ciudadanos estadounidenses los excluye de esta categoría, sin embargo, no de las demás. Primera Hora revisó las misivas firmadas por los representantes de la Academia, Bruce Davis y Torene Svitil y las comunicaciones enviadas por la Corporación de Cine de Puerto Rico.

Este año, el comité de selección del   Óscar local, cuyo coordinador es Rafael Mediavilla, seleccionó el filme América, de la directora Sonia Fritz, con miras a que fuera evaluado por la Academia. 

Como ocurre en el deporte y en los certámenes de belleza, en años anteriores, Puerto Rico era reconocido como país aparte de los Estados Unidos en los premios Óscar.

No obstante, la historia cambió en agosto de 2010, cuando la Academia le notificó a la directora ejecutiva de la Corporación de Cine de Puerto Rico, Mariella Pérez, que su decisión estaba basada en que los puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses. A partir de ese entonces, la profesional se ha mantenido en comunicación con el comité ejecutivo de la Academia a través de cartas y llamadas telefónicas, pero la organización se mantiene firme en la revisión.

Pérez le comunicó a Fritz sobre la regla nueva, pero la realizadora envió su proyecto de todos modos. La Academia lo rechazó. La última película puertorriqueña en participar en ese encasillado fue Miente, del director Rafi Mercado.

“Prácticamente, la Academia nos dice caso cerrado. Si perdemos ahora esta oportunidad, va a ser difícil recuperar esa posibilidad. Nos cierran una puerta fundamental en el momento en que queremos que nuestra industria crezca. El hecho de competir te abre acceso a mucha gente importante de la industria internacional”, expresó la directora Sonia Fritz, quien colaboró en la cinta junto con actores como Lymari Nadal, Edward James Olmos, Tony Plana, Frank Perozo y Celinés Toribio.

Mariella Pérez dijo que este cambio en el reglamento se produjo por las presiones de grupos hispanos en Estados Unidos que reclamaban competir en igual de condiciones que Puerto Rico.

“La Academia lleva un tiempo con esto porque Puerto Rico les presentaba un problema por la situación de los cineastas que son ciudadanos estadounidenses. El argumento es que, por ejemplo, cuando los tejanos hacen películas en español no tienen acceso a la categoría de idioma extranjero. Ha habido un movimiento de la comunidad hispana que preguntó por qué Puerto Rico, con realizadores que son ciudadanos americanos, sí participaban de esa categoría. Incluso, señalaron que había cierto favoritismo con Puerto Rico”, mencionó la directora ejecutiva de la Corporación.

Sin desvincularnos del status político

Esta exclusión en ese apartado trae al debate público, una vez más, cómo la situación política de Puerto Rico como colonia o territorio de Estados Unidos incide en  diversos aspectos, en este caso el cultural.

El único director puertorriqueño en acercarse al Óscar al ser nominado a la categoría de mejor película de lengua extranjera con el filme Lo que le pasó a Santiago (1989), Jacobo Morales, dijo que espera que el pueblo reaccione a raíz de esta eliminación en dicho renglón.

“Espero que esto contribuya a reaccionar al pueblo de que culturalmente somos una nación, pero en términos oficiales somos una colonia. Hoy nos eliminan de esta categoría y mañana, de un plumazo, nos eliminan la supuesta soberanía deportiva. Esto es una prueba de que tenemos que tomar una decisión definitiva respecto al status político. Puerto Rico está maduro y tiene características para convertirse en una nación independiente”, reaccionó Morales, a quien no le interesa competir en las demás categorías con proyectos estadounidenses por “las diferencias culturales y de idioma”.

Morales reconoció que  es una distinción ostentar un Óscar, sin embargo, no lo consideró fundamental para el desarrollo de una industria cinematográfica nacional ni esencial para lograr la  distribución en mercados internacionales.

“Podemos hacer los arreglos y lograr los medios para exhibir nuestras películas. Por mi parte, voy a seguir haciendo cine puertorriqueño, con nuestra identidad, que no es lo mismo que regionalista. Curiosamente, Lo que le pasó a Santiago, que fue nominada, no contó con distribución en Estados Unidos, pero sí en Europa y Asia. El Óscar ayuda, pero no es fundamental. Más bien es un aspecto romántico, pero yo hago cine para representar a mi país”, agregó.

¿Quién abrió la brecha para los Óscar?

El productor de Lo que le pasó a Santiago, Pedro Muñiz, recordó que la presencia de Puerto Rico en los premios Óscar se produjo por las gestiones del productor Roberto Gándara, de la película La gran fiesta (1987, director Marcos Zurinaga).

“Gracias a las gestiones de él, que no pudo beneficiarse con La gran fiesta, Lo que le pasó a  Santiago encontró una puerta abierta. Se luchó porque la categoría es película en idioma extranjero”,  mencionó.

“La verdad que el esfuerzo de Roberto logró un cambio en las posiciones políticas y en el secuestro del estatus que nos persigue hace años. Es lamentable que no podamos liberarnos de la politiquería. Creo que los estadolibristas perdieron una. Esto es una muestra más de lo débil que es esta posición política en la que estamos sumidos”, añadió Muñiz al señalar que la exclusión en la categoría es un “agravante”, pero no determina el crecimiento o detenimiento de la industria local.

“Es una competencia desleal porque competimos con Hollywood, y la carrera es más cuesta arriba”, agregó.

Otras oportunidades

A pesar de estar en desacuerdo con la Academia,  Pérez reconoció que esta nueva regla  podría representar una nueva oportunidad para los realizadores  de cortometrajes.

 “Cancela la posibilidad en la categoría de idioma extranjero, pero abre las puertas para los jóvenes cineastas en la categoría de cortometrajes. Se abren las puertas a más de 20 categorías”, comentó al instar a los productores locales a aunar esfuerzos para ejercer presión con miras a que se logre una reconsideración de la Academia.

“Esta batalla no está perdida porque seguimos, pero necesitamos el apoyo de los productores del patio, que junto a nosotros hagamos otra petición formal. Nosotros estamos dando la batalla, pero tiene que haber una fuerza”, finalizó.