Si algo aprenderemos de Solo: A Star Wars Story (que estrena hoy en la Isla) es que nuestro malandro favorito pasó la ceca y la meca antes de conocer a “Luke”, “Obi-Wan” y a “Leia”. 

Pero es el personaje estelar lo que plantea su primer gran impedimento de la cinta. A diferencia del personaje de un libro o una obra teatral,  “Han Solo” no existe fuera de Harrison Ford. Aunque no existan personajes lo suficientemente valiosos como para romper con los actores que les dieron vida (hasta“ Indiana Jones ” tuvo dos versiones jóvenes), esta como quiera no es una buena posición en la que estar. Y en este caso, Alden Ehrenreich está en desventaja desde el comienzo.

El joven actor no se parece ni suena como Ford y al inicio es difícil ajustarse a esa realidad. No se puede evitar analizar cada gesto, cada mueca, mientras te tratas de acostumbrar a él. Eventualmente lo haces y ahí es que el talento de Ehrenreich te captura con su actuación,  adueñándose del espíritu de “Han”, su sarcasmo y encanto.

Solo: A Star Wars Story nos presenta a “Han” en su planeta natal, Corellia, donde trabaja para un mafioso local. Su sueño es huir, convertirse en piloto y ser dueño de su propia nave.   

El joven “Han” es desorganizado, pero demasiado seguro en sí mismo; del tipo que va improvisando en el camino. Sin reparos en mentir, “Solo” confía más que nada en sus instintos. Así es como termina no solo librándose de su jefe, sino escapando también del servicio militar y asociándose con una ganga de bandidos liderada por “Tobias Beckett” (Woody Harrelson), quien se convierte en una especie de mentor para “Han”.

“¿Tienes idea lo que significa vivir con precio sobre tu cabeza?”, le pregunta “Beckett” en una de las muchas referencias a la que ha de venir en la vida de “Solo”. En la película, algunos de los momentos más gratos y memorables son pequeñas referencias a líneas célebres de su futuro.

“Han” conoce a “Dryden Vos” (Paul Bettany), el hombre con el que trabaja “Beckett”, y se reencuentran con “Qi’ra” (Emilia Clarke), vieja amiga de “Corellia”, con quienes acepta una peligrosa misión de contrabando. Entre cosa y cosa, su destino lo lleva a conocer a “Chewbacca” (Joonas Suotamo), a “Lando Calrissian” (Donald Glover) y cruzarse con el Millennium Falcon.  

Solo es una pieza de entretenimiento sencilla con buenas actuaciones de Ehrenreich y Glover. Sus mejores momentos son los más simples: el romance, la amistad, la guerra de egos; quizás una lección para la inevitable secuela.