Pocos directores han tenido una carrera tan controvertible como la de Oliver Stone. No importa qué película dirija o sobre qué se exprese, el cineasta estadounidense nunca pasa inadvertido, y no tiene reparos en dejar saber su sentir, independientemente de cómo caiga.

Es por eso que su visita a la Isla para el evento CineMAPR, convocado por Benicio del Toro como tributo a su obra, debe ser de gran importancia para los cinéfilos locales.

La trayectoria de Stone, de veterano de Vietnam a uno de los directores contemporáneos más prominentes, comenzó a ser homenajeada anoche en un tributo que culminará el próximo domingo, con el Museo de Arte de Puerto Rico como escenario de una retrospectiva de su filmografía y charlas con el público.

Tras 15 meses en Vietnam, entre 1967 y 1968, Stone ingresó a la Universidad de Nueva York y se graduó en 1971 de la escuela de cine, donde Martin Scorsese le sirvió de mentor. Antes de convertirse en director, el cineasta oriundo de Nueva York dio sus primeros pasos en el séptimo arte como guionista. El éxito llegó rápido para Stone –quien obtuvo el primero de sus Óscar en 1978– por su adaptación de Midnight Express.

Stone continuó desarrollándose como guionista, escribiendo los libretos de Conan de Barbarian (1982) y Scarface (1983), a la vez que incursionó en la dirección con largometrajes que obtuvieron poca atención, como The Hand (1981) y Salvador (1986). Pero tenía guardada una historia muy personal con la que dejaría su huella y que le abriría puertas en la industria.

Diez años después de escribir los primeros bosquejos de lo que sería una de sus mayores obras, Platoon estrenó en 1986 con la aclamación de la crítica. En ella, Stone vertió todas sus experiencias como soldado de infantería durante el conflicto en Vietnam, con un joven y novato Charlie Sheen sirviéndole como subrogado en los horrores de ese conflicto. La cinta ganó cuatro Óscar, incluidos mejor director y mejor película.

Fuerte crítico

Al observar la filmografía de Stone, es imposible ignorar su fijación por su patria, particularmente los errores. Tras el éxito de Platoon, Stone aprovechó desarrolló proyectos personales, por lo general apuntando sus cañones al corazón de la nación estadounidense.

Con su célebre discurso “Greed is good” (La avaricia es buena), el personaje protagónico de Wall Street (1987), “Gordon Gekko” (Michael Douglas) se convirtió en un icono, representando la avaricia de los “tiburones” de Wall Street y la cultura de excesos de los 80 que los caracterizó.

Dos años después, Stone retomó el tema de Vietnam en Born on the Fourth of July (1989), esta vez concentrándose en los estragos de la guerra representados por los veteranos y los problemas que confrontaban al regresar a una patria que los veía como perdedores. Stone se inspiró en la historia verídica de Ron Kovic (Tom Cruise), quien recibió su primera nominación al Óscar por su trabajo aquí mientras que Stone repitió su victoria como mejor director. En 1993, el cineasta culminaría su llamada Trilogía de Vietnam con Heaven & Earth, el drama de una mujer vietnamita antes, durante y después de la guerra.

Stone empezaría a definirse como un director controvertible a partir de JFK (1991), con el que causó revuelo al presentar una serie de teorías sobre la conspiración para asesinar al presidente John F. Kennedy que señalaban a los más altos oficiales del Gobierno estadounidense en un complot para invadir Vietnam.

El último gran filme de Oliver Stone estrenó en 1994: Natural Born Killers. La ultra violenta película –basada en una historia de Quentin Tarantino– abordó la obsesión de los medios por la violencia, presentando a los criminales como estrellas de televisión. Cargada de ironía, barbarie y una esquizofrénica mezcla de formatos cinematográficos, Natural Born Killers fue censurada por la Motion Pictures Association of America, que la calificó “NC-17” sin señalarle a Stone qué necesitaría editar para poder obtener una “R”.

Etapa documentalista

Mientras Stone continuó activo en la segunda mitad de los 90 y la pasada década –con películas que no obtuvieron gran resonancia, como U Turn (1997), Any Given Sunday (1999) y Alexander (2004)–, el cineasta halló en el documental un formato de opinión.

Para Comandante (2003), Stone entrevistó al presidente cubano Fidel Castro en el 2002, tocando temas tanto históricos –como la revolución y la invasión de Bahía de Cochinos– como sociales.

En el 2008, el director recorrió varios países de Suramérica para el documental South of the Border, partiendo desde Venezuela donde entrevistó al presidente Hugo Chávez, y continuando por Argentina, Ecuador, Bolivia y Brasil, donde conversó con los presidentes de estos países, Cristina Fernández, Rafael Correa, Evo Morales y Luiz Inácio Lula.

South of the Border expuso el giro hacia la izquierda política –hacia donde Stone siempre se ha inclinado– que el continente había dado en la última década y que tan criticado ha sido por Estados Unidos, especialmente bajo la administración de Geoge W. Bush, quien fue la figura central del largometraje W. (2008), dirigido por Stone, que no presentó un perfil muy favorable del presidente.

El más reciente proyecto cinematográfico de Stone se transmite actualmente en el canal de cable Showtime. Se trata de la serie documental The Untold History of the United States, en la que Stone –con la ayuda del historiador Peter Kuznick– destaca hitos de la historia estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial hasta el presente que, a su juicio, han sido olvidados.

The Untold History of the United States ya ha recibido críticas severas en Estados Unidos, pero ¿qué sería de un proyecto de Oliver Stone sin ellas?